Apendice B: Aspectos Economicos del Subdesarrollo

Abstract: Teoría que explica el subdesarrollo como consecuencia de un nivel de anomia social que genera una corrupción generalizada, la cual impide que las instituciones del Estado funcionen y, en consecuencia, que el Estado exista. La situación de anomia social surge como consecuencia de la ausencia de actitudes positivas hacia el cumplimiento del deber y esta ausencia de actitudes se debe a su vez a que los valores de la sociedad no están instalados en la psiquis de los individuos. La no funcionalidad de las instituciones gubernamentales genera la inexistencia del Estado. La inexistencia del Estado no permite la formación del mercado de competencia y, por consiguiente, no permite el desarrollo económico.


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Apéndice B

ASPECTOS ECONÓMICOS DEL SUBDESARROLLO

 

Resumen del libro inédito

Hacia una Reformulación de la Economía Contemporánea: la Teoría de la Distribución Óptma del Ingreso

Walter H. Bruckman

Este libro puede ser bajado gratuitamente del INTERNET en la dirección url siguiente: www.walter-bruckman.com

 

Bloque de Avanzada Popular (BAPO)

Santo Domingo, República Dominicana

7 de febrero de 2005

Derechos Reservados © enero 2005 W. H. Bruckman

 

Indice

El papel del salario Real y la Distribución del Ingreso en la Determinación del Nivel de Producción y Empleo

La Receflación Y La Estanflación

La Ley Del Producto Marginal Decreciente Como Error Conceptual Para Justificar Salarios Bajos

La Política Económica De Mantener Salarios Bajos.

El Poder De Las Ideologías "Científicas" Para Determinar La Percepción De La Realidad.

Conclusión.

 

El papel del salario Real y la Distribución del Ingreso en la Determinación del Nivel de Producción y Empleo

La Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso establece que la demanda de los individuos por bienes depende, no solamente de sus ingresos, como postula la teoría económica contemporánea, sino también de sus necesidades. Si el ingreso del individuo es menor que el valor de sus necesidades de bienes, la demanda será igual a su ingreso. Por el contrario cuando el ingreso del individuo es mayor que el valor de sus necesidades de bienes, su demanda será igual al valor de sus necesidades de bienes y el resto lo ahorra o lo emplea para pagar el financiamiento de algún bien costoso.

Por consiguiente, cuando los salarios son muy bajos y las ganancias muy altas, la Demanda Agregada y el nivel de producción correspondiente será bajo porque la deficiencia en el consumo de los trabajadores, debido a los bajos ingresos, no queda compensada con el consumo de los empresarios cuyo alto ingreso excede ampliamente sus necesidades.

Por el contrario, cuando los salarios son altos, sin ser excesivos, y por consiguiente el margen de ganancia es bajo, la Demanda Agregada aumentará y con ello el nivel de producción y empleo. Esto hace que la ganancia total GT aumente, a pesar de la reducción en el margen de ganancia MG, ya que la ganancia total es el producto de MG por las cantidades vendidas Q. Si el margen de ganancia MG en GT=(MG)(Q) disminuye pero la cantidad vendida Q aumenta en una proporción mayor que la reducción en el margen de ganancia, el resultado es que la ganancia total aumenta.

Este planteamiento de que la demanda individual depende por un lado del ingreso del individuo y por el otro lado de sus necesidades, es lógico, tanto cuando se considera el consumo de bienes básicos, como el consumo de bienes de lujos. El consumo de bienes básicos tiene como limite las necesidades biológicas y su forma de satisfacerla en un momento histórico dado. Las personas no pueden comer más allá de cierta cantidad de alimentos o mejorar la calidad de los mismos más allá de cierto límite, no importa el ingreso que reciban. Por la misma razón no pueden usar dos o más camisas a la misma vez, ni tener necesidad de un número infinito de automóviles o neveras o estufas, etc. Cuando el ingreso de una persona está por debajo de la satisfacción plena de sus necesidades básicas de comida, ropa, zapatos, etc., cualquier aumento en el ingreso implicará un aumento en el consumo por el monto del aumento en el ingreso, de manera que no generarán ningún ahorro. Por otro lado, cuando el ingreso de una persona está muy por encima del necesario para lograr la satisfacción plena de sus necesidades básicas, cualquier aumento en el ingreso implicaría un aumento en el consumo muy pequeño e incluso podría ser cero.

Los aumentos en la Demanda Agregada tienen su base en los aumentos en la satisfacción de necesidades. Estos aumentos el la satisfacción de necesidades humanas sólo se pueden dar cuando se aumentan las necesidades de aquellos que no gastan todo su ingreso porque éste excede sus necesidades o cuando se aumentan los ingresos de los que tienen necesidades sin satisfacer. Esto último se logra mediante la redistribución del ingreso de aquellos que no lo gastan por tener todas sus necesidades satisfechas, hacia aquellos que lo gastan por tener parte de sus necesidades sin satisfacer

Como se puede ver, es también una falacia de la economía contemporánea la presunción de que las necesidades humanas son ilimitadas. Si así fuera, no habría nunca recesión pues los empresarios siempre tendrían en que gastar sus ingresos, no importa en cuanto se reduzca el ingreso y, por ende, el poder adquisitivo de los trabajadores. Las disminuciones en la demanda de los trabajadores, productos de un ingreso o salario más bajo, quedarían compensadas con los aumentos en la demanda de los empresarios producto de un ingreso o ganancia más alto. Vemos que esto no es lo que ocurre y es porque las recesiones son el resultado de que el ingreso de los empresarios, al exceder su capacidad de consumo, es decir, sus necesidades, no encuentra salida en el mercado para mantenerse en rotación y deja de rotar, es decir es atesorado. La solución para mantenerlo en rotación sería invertirlo o prestárselo a alguien para que lo gaste. Por ejemplo, prestárselo a los empresarios para que lo inviertan o a los trabajadores para financiar viviendas o bienes costosos. Pero las posibilidades de nueva inversión por parte de los empresarios depende de los aumentos en la Demanda Agregada y, por ende, de la distribución de ese ingreso. Por otro lado, la posibilidad de prestarlo a los trabajadores para que lo gaste depende de la capacidad del que toma prestado para generar un excedente con que pagar el principal y los intereses del préstamo y esto a su vez depende igualmente de la distribución del ingreso.

Los precios son la contraparte de los salarios. Un aumento en los precios equivale a una reducción en los salarios reales y un aumento en el margen de ganancia MG de las empresas. La distribución del ingreso empeora cuando bajan los salarios o aumentan los precios. En consecuencia, cuando aumentan los precios en una proporción mayor que el salario habrá recesión. Esto es así ya que el aumento en los precios redistribuye el ingreso de los trabajadores hacia los empresarios, los cuales por tener sus necesidades satisfechas, no lo gastan. Tratarán de prestarlos a los trabajadores que tienen necesidades sin satisfacer, pero la capacidad de pago de éstos es más insuficiente, mientras más bajos son los salarios o más altos los precios, por lo cual los empresarios no podrán prestarlo todo y, en consecuencia, parte del ahorro deja de serlo y se convierte en atesoramiento. En los países subdesarrollados lo característico es el aumento en los precios. Esta es la causa principal de las recesiones en ellos.

La Receflación Y La Estanflación

Existe una correspondencia directa entre el margen de ganancia promedio MG de los bienes en la economía y la proporción promedio del Ingreso Nacional que le toca a los empresarios. En consecuencia, existe una correspondencia directa entre el margen de ganancia promedio en la economía y la distribución del ingreso entre el sector empresarial y el de los trabajadores. Si el margen de ganancia promedio en la economía es MG = 60%, la proporción del Ingreso Nacional que le toca a los empresarios será 60% y la que le toca a los trabajadores será un 40%. Si el margen de ganancia promedio en la economía fuera de MG = 40%, la proporción del Ingreso Nacional que le toca a los empresarios sería un 40% y la que le toca a los trabajadores sería un 60%. Mientras más alto es el margen de ganancia promedio en la economía más bajo es el salario real de los trabajadores.

El número de empresas dedicadas a la producción de un bien afecta la determinación del precio o más específicamente el margen de ganancia. Esto se debe a que al aumentar el número de empresas dentro de un mismo sector industrial, la demanda que tiene que atender cada empresa es menor, mientras mayor sea el número de empresas. Como consecuencia de esto, si el empresario quiere mantener la tasa de beneficio sobre capital invertido sin disminuir, tiene que aumentar el precio o margen de ganancia de los bienes. Lo anterior, para poder prevalecer, está sujeto a que los demás empresarios dedicados a la producción del mismo bien hagan lo mismo y no quieran competir, así como también está sujeto a que la demanda exhiba cierta tendencia hacia la inelasticidad como sería el caso cuando se trata de bienes básicos. De lo contrario, el número de empresas dentro de ese sector industrial tendría que reducirse. Algo análogo puede suceder a nivel macroeconómico cuando los empresarios a nivel de todos los sectores industriales exhiben una actitud de mantener tasas de beneficios sobre capital invertido iguales a las que se producen en otros países más desarrollados o cuando tienen la actitud, no de competir por acaparar una parte mayor de su respectivo mercado, sino una actitud de aumentar y mantener el precio al máximo que su clientela pueda aguantar.

Cuando no existe la actitud de competir, sino de mantener el precio máximo que el mercado tolere o aguante, la Demanda Agregada se contrae debido a la relación que hay entre salarios W, margen de ganancia MG, precios P y Demanda Agregada DA. Al contraerse la Demanda Agregada se reduce el nivel de producción y con ello el nivel de empleo. Por consiguiente, al aumentar el desempleo se reduce nuevamente la Demanda Agregada. La reducción en la Demanda Agregada reduce la tasa de beneficio sobre capital invertido TBK por dos razones: en primer lugar, las empresas ahora venden menos y, en segundo lugar, la productividad, contrario a lo que establece la teoría económica contemporánea, disminuye debido a que la escala de la producción se reduce. Dado que los empresarios tienen la actitud de mantener la tasa de beneficio sobre capital invertido sin reducir, o la misma tasa de beneficio prevaleciente en otros países, habrá una presión en ellos para aumentar el margen de ganancia MG, es decir, el precio de sus mercancías en la cuantía necesaria para mantener la tasa de beneficio sobre capital invertido sin variar. Debido a la relación que existe entre W, MG, P y la DA, este aumento en MG o P volverá a producir una reducción en DA, con la consiguiente reducción en la producción y el empleo. Para mantener la tasa de ganancia al mismo nivel será necesario que todos los empresarios vuelvan a aumentar el margen de ganancia MG o los precios y así sucesivamente, generándose una recesión con inflación que bien pudiera llamarse, por analogía con la estanflación, receflación. Adviértase que la actitud de aumentar el margen de ganancia o precio para mantener la tasa de beneficio sobre el capital invertido sin que baje, tiene que darse en todos los empresarios que producen el mismo bien. Si alguno tiene la actitud de competir, habrá una presión para que desaparezcan empresas y sobrevivan las más competitivas.

La receflación que acabamos de discutir es lo que ocurre en muchos países subdesarrollados. En ellos se observa inflación con recesión. En los países desarrollados se observa un fenómeno parecido conocido como estanflación. El mismo consiste, no en recesión, sino en estancamiento con inflación. La explicación para este fenómeno es la siguiente.

Los aumentos en precio, según predice el modelo de la Distribución Optima del Ingreso, producirán recesión. Surge el desempleo y se reduce la producción. Debido a que los aumentos en precios encarecieron el costo de la vida para los que conservaron sus empleos los trabajadores solicitan mayores salarios a través de las luchas sindicales. Al obtenerlos aumenta la Demanda Agregada, pero los empresarios vuelven a subir el precio, lo que vuelve a reducir la Demanda Agregada y el nivel de producción. El resultado es inflación con estancamiento.

Los aumentos en los precios habrán de contraer la Demanda Agregada y aumentar el desempleo. Por el otro lado, los aumentos en los salarios, contrario a lo que establece la teoría Macroeconómica contemporánea, habrán de aumentar la Demanda Agregada y el nivel de empleo. Esto es así debido a que la Oferta Agregada no depende, como postula la macroeconomía contemporánea, de los aumentos en los precios sino de los aumentos en la Demanda Agregada y la Demanda Agregada no depende meramente de la tasa de interés y los correspondientes niveles de inversión, sino de las necesidades de los individuos, por un lado, y de su poder adquisitivo o distribución del ingreso (salario real) por el otro. Vemos, pues, que, por un lado, los aumentos en los precios causan recesión y, por el otro lado, los aumentos en los salarios causan expansión.

No obstante, en los países desarrollados la norma es que los aumentos en los salarios suelen correr parejos y en algunos casos en forma favorable con los aumentos en el costo de la vida o inflación, mientras que en los países subdesarrollados la norma es que los salarios no aumenten al mismo ritmo que los aumentos en los precios. En consecuencia, mientras en los países desarrollados observamos inflación pequeña con estancamiento de la Demanda Agregada, en los subdesarrollados observamos inflación con recesión. Cuando en los países desarrollados no hay estanflación es porque los salarios aumentan proporcionalmente más que los precios, en cuyo caso hay inflación con crecimiento o los salarios aumentan y los precios no, en cuyo caso hay crecimiento sin inflación. Vemos, pues, que mientras la distribución del ingreso o salario real en los países desarrollados tiende a mantenerse estable o a mejorar debido a que los aumentos en salarios son proporcionalmente iguales o favorables a los aumentos en precios, la distribución del ingreso o salario real en los países subdesarrollados tiende a empeorar debido a que los aumentos salariales son proporcionalmente inferiores a los aumentos en precios.

La Ley Del Producto Marginal Decreciente Como Error Conceptual Para Justificar Salarios Bajos

La teoría keynesiana pretende ser, no solamente una teoría para explicar la determinación del nivel de producción nacional, si no también una teoría sobre la determinación del nivel de empleo. Keynes entiende que la teoría de los economistas clásicos sobre la determinación del nivel de empleo es incorrecta. Según él está basada, aparte del supuesto de la ley de Say, en dos supuestos adicionales que él considera fundamentales y uno de los cuales, a su juicio, es incorrecto: 1 el salario es igual al producto marginal del trabajo, 2 la utilidad del salario, cuando se usa determinado volumen de trabajo, es igual a la desutilidad marginal de ese mismo volumen de ocupación.

Keynes, critica la teoría clásica señalando dos cosa. En primer lugar, la realidad es contraria a lo que predice el modelo de los economistas clásicos. No es cierto que el desempleo existente sea voluntario y no es cierto que sean desajustes de corto plazo que desaparecen en el largo. En segundo lugar, Keynes dice que el error de la teoría de los economistas clásicos sobre el nivel de empleo consiste en no advertir que el segundo postulado sobre la desutilidad del trabajo es falso, acto seguido presenta una serie de argumentos que desmienten este supuesto.

A pesar del severo ataque que Keynes hace al segundo supuesto sobre la desutilidad del trabajo, no obstante, señala que el primer supuesto sobre la productividad marginal es el único verdadero. Para elaborar su teoría sobre el nivel de empleo partiendo del primer supuesto como el único verdadero, Keynes introduce el concepto de la ilusión monetaria que sustituye el segundo supuesto de los economistas clásicos y el concepto de la demanda efectiva que surge de la idea del equilibrio entre la demanda y la oferta agregada y el cual sustituye el tercer supuesto llamado ley de Say o ley de que la oferta crea su propia demanda. A partir de estas sustituciones y la idea de una propensión marginal a consumir constante, él elabora un modelo teórico para conectar el nivel de empleo, y por lo tanto el desempleo, al nivel de producción de equilibrio dado por la demanda efectiva. De esa manera espera poder explicar las grandes y prolongadas fluctuaciones en el nivel de desempleo que el modelo clásico según él, falla en explicar.

Se puede estar de acuerdo con Keynes de que el segundo supuesto, como tantos muchos otros supuestos de la teoría económica clásica es incorrecto. Son planteamientos ideológicos que por tener gran consistencia lógica y permitir la elaboración de un andamiaje teórico consistente, gustan mucho y calan fácil y profundamente en la mente de los economistas. Una vez instalado en la psiquis de las personas pasan a sustituir la realidad misma. Es por eso que, como bien señala Keynes, a pesar de que la realidad se encarga de desmentirlos a diario, no parece tener ningún efecto sobre los que siguen repitiéndolos como verdades absolutas. Sin embargo, el gran error de Keynes es haber dudado del segundo y tercer supuesto y no del primero. El primer supuesto es también un error de la teoría clásica que Keynes y los economistas contemporáneos arrastran hasta el presente.

Si Keynes hubiese descartado el primer postulado sobre la ley del producto marginal decreciente, como lo hizo con el segundo, hubiese allanado el camino para poder descubrir que los aumentos en el salario real de los trabajadores conllevan aumentos en el nivel de producción y empleo y no al revés. El no haber descartado ese primer postulado ha conllevado que hasta nuestros días se esté aplicando una teoría cuyas recomendaciones de política económica se contrarrestan. Por un lado la teoría keynesiana recomienda la expansión del gasto gubernamental, lo que expande la Demanda Agregada y, por el otro lado, aunque no se haga explícitamente, la teoría infiere que los salarios reales deben bajar para lograr aumentos en la Oferta Agregada de manera que la demanda efectiva pueda aumentar. Por todos estos años, de Keynes para acá, los economistas han estado recibiendo la enseñanza de postulados que por ser errados conllevan sugerencias de políticas o medidas económicas que se contrarrestan.

La Política Económica De Mantener Salarios Bajos

Existe hoy en día la creencia muy compartida entre economistas, legisladores gobernantes y políticos XE "políticos" en general de que para evitar los aumentos en el desempleo es necesario mantener una política de salarios bajos. Es por eso que en los países subdesarrollados de Latinoamérica donde hay gran desempleo, el derecho a la sindicación y a la huelga para reclamar salarios justos nunca ha recibido el respaldo de gobernantes y políticos en general. Los sindicatos en Latinoamérica se han tenido que mover dentro de un ambiente político muy hostil que es responsable del poco progreso logrado en la distribución más equitativa del ingreso nacional y por lo tanto del desarrollo económico. Este ambiente hostil hacia los aumentos en el salario real de los trabajadores está basado en creencias falsas sobre la relación entre salarios y el nivel de desempleo y producción nacional.

La teoría económica contemporánea establece que el salario está determinado por la productividad marginal del trabajo. De acuerdo con esta teoría los aumentos salariales traen desempleo debido a que la productividad marginal del trabajo es decreciente. Basándose en este aspecto de la teoría económica los gobiernos han procurado mantener una política de salarios bajos con el propósito de mantener la economía funcionando al máximo de empleo posible.

Mientras tanto vemos que la realidad está constantemente desmintiendo la ley del Producto Marginal Decreciente. Los secretarios del trabajo en Estados Unidos suelen favorecer, a diferencias de sus homólogos en América Latina, los aumentos periódicos en el salario mínimo bajo el argumento frecuente de que esto expande la Demanda Agregada. Esto, a pesar de estar en contravención con la teoría económica contemporánea, es una postura cada vez más generalizada pues la experiencia la ha justificado. La fusión frecuente de grandes mega-empresas con otras mega-empresas desmiente a diario la ley del producto marginal decreciente. El éxito de los mercados comunes que, por lo regular, adoptan como medida para aceptar nuevos miembros el aumento en el salario real y la reducción de las empresas dedicadas a un mismo tipo de producción, de manera que los que queden puedan operar en una escala de producción mayor, desmiente a diario la ley del producto marginal decreciente.

Con la teoría keynesiana ha venido a suceder con el tiempo lo mismo que con la de los economistas clásicos. La realidad la desmiente a diario, pero no ha habido una teoría que demuestre su error y proponga una alternativa. Esperamos que la Teoría de la Distribución Optima del Ingreso llene este cometido.

Como ya se señalara, la teoría microeconómica contemporánea establece que el salario está determinado por la productividad marginal del trabajo, así como el precio de los demás factores de producción está determinado por su productividad marginal. Cuando se examina la realidad se observa que la determinación del salario no tiene nada que ver con la productividad marginal del trabajo. Mientras más se observa el proceso de negociación colectiva entre trabajadores y empresarios, más nos podemos percatar de que el salario está determinado por el poder de regateo que tengan las partes en negociación. Que allí donde el sindicato tiene poco poder de regateo y el empresario mucho poder de regateo los salarios son bajos y viceversa. Allí donde los sindicatos son poderosos y tienen gran poder de regateo los salarios son fabulosos. Nunca se ha visto a un sindicato poderoso tratando de medir la productividad marginal del trabajo para sentarse a negociar con el patrono los salarios. Por otro lado, si preguntamos al patrono, veremos que no tiene la menor idea de lo que es la productividad marginal del trabajo. Cómo puede, pues, fijar un salario sobre la base de algo que ignora.

No hay ningún indicio que permita establecer que los empresarios fijan los salarios de los trabajadores sobre la base del producto marginal del último trabajador empleado o que emplean trabajadores hasta el punto donde su productividad marginal es igual a su salario. Si preguntamos al empresario sobre ese respecto veremos que la mayoría ni siquiera saben lo que es la productividad marginal del trabajo. Es absurdo que puedan fijar su salario o nivel de empleo sobre la base de un criterio que desconocen y que no entienden. Si estudiamos la forma en que los empresarios determinan el nivel de salario establecido, veremos que surge de una de dos formas. O el sindicato los obliga a aumentar el salario, o ese era el salario típico existente en el mercado. Si se le pregunta al empresario cuántos empleados despidió a partir del último aumento en el salario contestará en la generalidad de las veces que ninguno. ¿De dónde se saca la teoría, pues, esa afirmación, en el sentido de que los salarios son determinados a base de la productividad marginal? Simplemente se trata de una afirmación ideológica que no se corresponde con la realidad. La Teoría de la Distribución Optima del Ingreso sostiene la tesis contraria de que los aumentos en el salario real de los trabajadores generan disminución en el desempleo y aumento de la producción nacional.

En cuanto a nivel de los países observamos que allí donde existen las actitudes favorables sobre el derecho a la negociación colectiva y el derecho a ganar salarios decentes, las leyes garantizando el derecho a la sindicación y a la huelga son fuertes y se aplican. Tal es el caso de los países desarrollados. Por el contrario, allí donde no existen estas actitudes, las leyes garantizando el derecho a la sindicación son laxas, no se aplican con rigor y el gobierno es por lo regular el primer rompe huelga, desalentándola y castigando a los que las organizan. Por consiguiente los salarios son miserables. Tal es el caso de los países subdesarrollados. La razón por la que los países europeos y Estados Unidos tienen salarios 10 veces más altos que los países subdesarrollado y, por consiguiente, un producto nacional per capita 10 veces más alto, no es porque su gente sea 10 veces más productiva, sino por que tiene leyes más fuertes que obligan al patrono a negociar salarios más altos con los trabajadores. Es este aumento en los salarios y, por consiguiente en la Demanda Agregada y el nivel de producción, lo que como consecuencia de las economías a escala generan una productividad 15 o 20 veces mayor en los países desarrollados. Es decir, no es la alta productividad la causa de los altos salarios, sino al revés, los altos salarios son la causa de la productividad. Es por ello que el modelo de la teoría económica contemporánea que explica la determinación del salario es desmentido todos los días por la realidad de los sindicatos y la negociación colectiva.

El Poder De Las Ideologías "Científicas" Para Determinar La Percepción De La Realidad

¿De dónde sale, pues, la afirmación de la teoría económica contemporánea en el sentido de que los salarios son determinados por la productividad marginal del trabajo? ¿Por qué un error como este se sostiene y se repite a través del tiempo en las universidades y centros de enseñanza, a pesar de su evidente contradicción con la realidad? ¿Cómo es que se insiste en una teoría que no describe lo que pasa? La razón la encontramos en el poder de las ideologías. La teoría microeconómica contemporánea consiste de un cuerpo de subteorías, la mayor parte de las cuales son errores que no describen la realidad o medias verdades que se utilizan para justificar una postura o constelación de actitudes ante ciertos problemas sociales. Mientras las personas crean que sus salarios son el resultado de su productividad marginal, estarán más conformes, más dispuestos a aceptar bajos salarios. En cuanto piensen que su salario depende de la política pública respecto a la distribución del ingreso o del poder de regateo de su sindicato, no se conformará con bajos salarios. Detrás de toda elaboración teórica hay por lo regular una ideología sobre el orden establecido que conforma el pensamiento y la elaboración teórica. La teoría económica contemporánea no es una excepción a esta regla.

Pero hay más. No solamente la teoría microeconómica sobre la distribución del ingreso está equivocada, sino también todo el resto de ésta sobre la formación de los precios. La demanda de un producto no se deriva, no tiene nada que ver con las imaginarias curvas de indiferencias y funciones de utilidad del consumidor. Tampoco es correcto, una vez descartamos la ley del producto marginal decreciente, que el costo marginal de la empresa sea creciente y que la función de oferta que se deriva de ella tenga pendiente positiva. Si existen economías a escala y la productividad marginal es creciente en vez de decreciente, entonces el costo marginal sería decreciente o por lo menos constante en lugar de creciente. En consecuencia, la determinación de los precios no es la postulada por la teoría económica contemporánea. Cuando observamos el funcionamiento de cualquier empresa, por lo general lo que observamos es que el costo marginal es decreciente, no creciente. En consecuencia, las funciones de oferta tienen por lo general pendiente negativa en vez de positiva, o por lo menos pendiente cero. ¿Por qué, entonces, la teoría económica contemporánea repite con tanta vehemencia tales afirmaciones? La razón es sencilla. La teoría de los precios forma parte de la teoría sobre la distribución del ingreso. Precios y salarios son dos caras de una misma moneda. Si los salarios aumentan en un 50% y los precios también, el salario real de los trabajadores permanece igual. Vemos, pues, que cualquier justificación de la actual distribución del ingreso en el sistema capitalista a través de los contenidos ideológicos presentes en la ciencia que pretende describir el funcionamiento del capitalismo debe incluir, no solamente la determinación de los salarios, sino también de los precios pues a través de la determinación de cualquiera de los dos, se determina a su vez la distribución del ingreso en la sociedad.

La teoría microeconómica pretende dar respuesta a la pregunta clave ¿cómo se determina el precio? De hecho se llama precisamente así "teoría de los precios". ¿Por qué es importante la determinación de los precios? Porque esto determina a su vez la respuesta a una pregunta clave que tiene fuertes implicaciones políticas, económicas y sociales: ¿cómo se determina la distribución del ingreso? Si alguien dice que los precios se determinan arbitrariamente por los empresarios, ¿cómo justificar entonces la actual distribución del ingreso? Cualquiera puede cuestionarla. Cualquiera podría justificadamente intentar alterarla sobre la base de decisiones arbitrarias igualmente válidas. Vemos, pues, que la ciencia económica está permeada en su desarrollo de fuertes contenidos ideológicos. De ahí la importancia que tiene el proveer justificaciones "científicas" que expliquen la "naturalidad e impersonalidad" de la formación de los precios. En el momento en que alguien descubra que no existe tal naturalidad e impersonalidad, que la ciencia económica está errada en ese aspecto y que los precios son fijados por los empresarios, entonces los trabajadores podrían organizarse políticamente para influir sobre la formación de estos.

Es por ello que resulta de fundamental importancia para los apologistas del “status quo” la demostración de que los precios se determinan impersonalmente por las fuerzas del mercado y que convergen hacia un punto determinado por dichas fuerzas y no por la decisión arbitraria del empresario. Para poder elaborar una teoría sobre la determinación del precio en la cual haya una convergencia forzada hacia un punto de equilibrio, hay que partir de la existencia de costos marginales crecientes en la producción. Si suponemos costos marginales decrecientes tendríamos forzosamente que concluir que la determinación del precio por la empresa no converge hacia un punto de equilibrio, determinado por las fuerzas impersonales del mercado. Por el contrario, la decisión del empresario sobre el precio al que desea vender prevalece y al alterar la distribución del ingreso en la economía, disminuye la Demanda Agregada y con ello, el nivel de producción y empleo. En consecuencia, dicha decisión sobre los precios, tomada por el empresario, es arbitraria y como tal se puede y se debe cambiar. Eso es precisamente lo que propone la Teoría de la Distribución Optima del Ingreso. La formación de un partido político en cada país que promueva la aplicación de la teoría desarrollada en este libro.

La teoría de la Distribución Optima del Ingreso presenta la determinación del precio y el salario como un acto decisional del empresario o de éste y los sindicatos. A partir de esta decisión se describen las consecuencias de esta decisión sobre el nivel de producción y empleo. Por consiguiente, las causas por las cuales se adquiere ese poder decisional no se discuten. El planteamiento novel en esta obra es plantear que ciertos resultados del sistema económico como son los precios y los salarios no son fenómenos naturales determinados por fuerzas impersonales sino fenómenos de poder y mando. Tanto los economistas clásicos como los contemporáneos han vivido fascinados con la idea de que las relaciones económicas son naturales y, en consecuencia, de lo que se trata es de descubrir las leyes naturales que las gobiernan. A tono con eso, los economistas hasta el presente han insistido en descubrir las leyes naturales que determinan la formación de los precios, el salario y las ganancias en el sistema capitalista. Por eso, exceptuando a Marx y sus seguidores, nadie ha querido ver en la formación de los precios, los salarios y las ganancias, un fenómeno o relación de poder o de mando. Es decir, los empresarios o dueños del capital tienen y ejercen un poder decisional sobre estas variables. No se trata de fuerzas impersonales en el mercado que las determinan sino de fuerzas políticas. De la misma forma el desarrollo de los sindicatos y la organización de los trabajadores ha ido convirtiéndose en una fuerza política cada vez mayor en la determinación de los salarios y, en consecuencia, de la determinación de las ganancias y los precios. Esta obsesión por descubrir leyes naturales que a su vez permitan explicar la formación de los precios, salarios y ganancias es responsable de que no se hayan podido descubrir las relaciones de poder que determinan el precio y los salarios y a través de ello el nivel de producción y empleo nacional. Pero lo más importante es que esta obsesión por descubrir leyes naturales ha llevado a los economistas a quedar encerrados en sus propias construcciones teóricas, lo que no les permite ver la realidad tal y cual esta es.

No obstante, es importante aclarar algo. El sistema capitalista ha demostrado ser el más eficiente comparado con los demás. No se trata pues de suprimirlo sino de ponerlo al servicio de la mayoría y eso no se logra si el gobierno controla los precios. Si bien es cierto que los precios se fijan arbitrariamente por los empresarios y no por fuerzas impersonales del mercado, sin embargo, sí es consubstancial a la existencia del sistema capitalista el que los empresarios sean los que determinen el precio al que venden sus mercancías y tengan perfecto control sobre él. La intervención del gobierno para reglamentar los precios termina siempre en la debacle económica debido, entre otras cosas, a la imposibilidad de que un aparato burocrático, por más complejo que sea, pueda llevar registro y determinar los costos de producción de cientos de miles de empresas y debido, además, a la ineficiencia que es consubstancial al gobierno y toda forma burocrática de organización. La solución al dilema radica en cómo desarrollar estrategias que inciten a los empresarios a competir y a bajar los precios voluntariamente.

Conclusión

La Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso sostiene que el desarrollo económico depende de la distribución del ingreso y por ende de la determinación de los salarios y los precios. Que no es correcto que éstos queden determinados, como sostiene la teoría económica contemporánea, por factores impersonales y objetivos en el mercado, como lo son las leyes de utilidad marginal decreciente, las del producto marginal decreciente, curvas de indiferencia, curvas de isocuantas, curvas de demanda y curvas de oferta. Por el contrario, son determinados por el poder de regateo de cada elemento o sector de la población en el mercado. Por consiguiente, el desarrollo económico puede darse en la medida que logramos aumentos en los salarios reales o lo que es lo mismo reducciones en el margen de ganancia promedio de la economía MG. Más estos aumentos en el salario real no pueden ser impuesto, pues destruyen el sistema de incentivos y la motivación en el trabajo que son la fuente principal del enorme éxito del sistema capitalista para mantener niveles de productividad que ningún otro sistema logra en la historia. En consecuencia, los aumentos en el salario real han de hacerse, para que tengan éxito, con el consentimiento de los empresarios. De lo que se trata es de forzar, mediante los incentivos fiscales adecuados, a unos pocos empresarios para que compitan en precios y, más específicamente en el margen de ganancia. Eso redundaría en aumentos en el salario real o, lo que es lo mismo reducciones en el margen de ganancia. Estos incentivos evitarían que los aumentos salariales que se logren para los trabajadores no se trasladen por parte del empresario a los aumentos en precios, reduciendo así el salario real que se aumentó. Si los aumentos en los salarios se imponen sin la aceptación de los empresarios, hay inflación, pues estos trasladarán a los precios los aumentos en los salarios. En el caso en que se legisle para impedir esto (legislación sobre controles de precios) la situación es peor todavía. El capital huye a otros países, la productividad cae en picada y todo termina en la debacle económica, que aumenta más aún la pobreza. Es por eso que los aumentos en los salarios requieren la aceptación de ellos por parte del sector empresarial cosa que no será difícil de lograr cuando ellos vayan palpando (a través de nuevas ideologías científicas) sus resultados sobre la solidez y crecimiento de sus ganancias, como se demuestra en la Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso. Nada de esto se puede dar mientras subsista la creencia en la actual teoría económica.

El modelo keynesiano queda resumido en las ecuaciones:

Y = a + bY + I

Y = (a + I)

donde:

a = consumo autonomo

b = propension marginal a consumir

I = Inversión

El modelo de la Distribución Optima del Ingreso queda resumido en las ecuaciones:

Y = VNE + (1 - MG)Y + I

Y = (VNE + I)

donde:

VNE = Valor de las necesidades de los empresarios

MG = Margen de ganancia promedio en la economía

I = Inversión

Agradeceré cualquier reacción (positiva o negativa) que se le haga al escrito.

 

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El desarrollo económico depende de dos aspectos fundamentales: un factor psico-social que tiene que ver con el desarrollo y formación de las actitudes en las personas y, en específico, las actitudes que propician el desarrollo económico y un factor económico que tiene que ver con la relación entre los elementos que forman el sistema de mercado. Los aspectos psicosociales determinan entre el 30 al 40 porciento del desarrollo económico y los aspectos económicos el restante 60 a 70 porciento. Los aspectos psicosociales se discuten en el libro "Hacia una Reformulación de la Psicología Contemporánea: la Teoría de los senergicones" publicada por la editorial Trillas y los aspectos económicos se discuten en la presente obra.

 

1. NECESIDAD DE UNA IDEOLOGÍA CIENTÍFICA COMO ALTERNATIVA AL NEOLIBERALISMO

 

2. Resumen de la Teoría de la Distribución Optima del Ingreso


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