La Teoria del Nivel de Anomia Social

Abstract: Teoría que explica el subdesarrollo como consecuencia de un nivel de anomia social que genera una corrupción generalizada, la cual impide que las instituciones del Estado funcionen y, en consecuencia, que el Estado exista. La situación de anomia social surge como consecuencia de la ausencia de actitudes positivas hacia el cumplimiento del deber y esta ausencia de actitudes se debe a su vez a que los valores de la sociedad no están instalados en la psiquis de los individuos. La no funcionalidad de las instituciones gubernamentales genera la inexistencia del Estado. La inexistencia del Estado no permite la formación del mercado de competencia y, por consiguiente, no permite el desarrollo económico.


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Teoría del Desarrollo Económico

(La Teoría del Grado de Anomia Social y la Formación de Actitudes)

PROPUESTAS PARA PROPICIAR LA PRODUCTIVIDAD Y EL DESARROLLO ECONÓMICO MEDIANTE LA FORMACIÓN DE ACTITUDES EN LA POBLACIÓN A TRAVÉS DE LA INSTALACIÓN DE VALORES SOCIALES EN LA PSIQUIS DE LOS INDIVIDUOS

 

Bloque de Avanzada Popular (BAPO)

Santo Domingo, República Dominicana

7 de febrero de 2005

Derechos Reservados © enero 2005 W. H. Bruckman

 

Indice

I CAUSAS DEL SUBDESARROLLO: LA BAJA PRODUCTIVIDAD EN LAS INSTITUCIONES GUBERNAMENTALES

1.1 Percepción equivocada de las causas del subdesarrollo

1.2 Causas psico-sociológicas del subdesarrollo

1.3 La importancia que tiene la existencia del Estado y su relación con las instituciones, las actitudes y los valores

1.4 Qué son o como se definen los valores sociales básicos de la cultura que se pretenden instalar en la psiquis de los individuos

1.5 Percepción que se tiene de las instituciones gubernamentales en los países subdesarrollados

 

II ESTRATEGIA PARA AUMENTAR LA PRODUCTIVIDAD EN LAS INSTITUCIONES GUBERNAMENTALES: LA INSTALACIÓN DE VALORES SOCIALES BÁSICOS EN LA POBLACIÓN Y LA FORMACIÓN DE ACTITUDES BÁSICAS

2.1 ¿Cómo generar la formación de actitudes basicas en la población?

2.2 Formas de modificar la conducta: los incentivos y las actitudes

2.3 Algunas consideraciones teóricas en cuanto a qué son y cómo funcionan las actitudes y los incentivos

2.4 Estrategias equivocadas para generar cambios en las actitudes sociales

2.5 Estrategias nuevas para generar cambios en las actitudes sociales

2.6 Estrategia para aumentar la productividad de la Policía Nacional

2.7 Estrategia para aumentar la productividad de la judicatura

2.8 Estrategia para aumentar la productividad en el sistema educativo

2.9 Estrategia para aumentar la productividad en las agencias gubernamentales que prestan servicios: por ejemplo, el Departamento de Hacienda

2.10 Resistencia que tendría el establecimiento de los incentivos a la productividad

2.11 Factores de alta productividad de la empresa privada incorporados en la empresa pública

 

III CAUSAS DEL SUBDESARROLLO: LA BAJA PRODUCTIVIDAD EN LA EMPRESA PRIVADA

3.1 La baja productividad de la empresa privada en los países subdesarrollados

3.2 Causas de los salarios reales bajos

3.3 Causas de los niveles de inversión bajos

 

IV LA AYUDA EXTERIOR PARA SALIR DEL SUBDESARROLLO

4.1 Necesidad de la ayuda exterior en la formación de actitudes

4.2 El problema de la injerencia exterior en los asuntos internos de un país

 

I CAUSAS DEL SUBDESARROLLO: LA BAJA PRODUCTIVIDAD EN LAS INSTITUCIONES GUBERNAMENTALES

 

1.1 Percepción equivocada de las causas del subdesarrollo

El problema del subdesarrollo económico es el problema de la baja productividad. Un país es subdesarrollado cuando el producto por habitante es bajo. Para salir del subdesarrollo se necesita aumentar la productividad o el producto por habitante. Sin embargo, el verdadero problema consiste en identificar las causas del subdesarrollo o de la improductividad y removerlas. La primera causa del subdesarrollo que hay que remover y la más importante es la percepción que se tiene del subdesarrollo. ¿Por qué es ésta la principal causa del subdesarrollo? Esta percepción de las causas del subdesarrollo es equivocada. Como consecuencia, todo el dinero que se ha invertido a través de décadas en ayudar a los países del tercer mundo para salir del subdesarrollo es dinero que se ha perdido. Lo peor de todo es que continuará perdiéndose en el futuro como consecuencia de mantener una percepción equivocada de las causas del subdesarrollo.

¿De dónde surge esta percepción? En la búsqueda de las causas del subdesarrollo se observa que los países subdesarrollados se caracterizan por un bajo acervo de capital físico y humano. Poca maquinaria e infraestructura y poca preparación técnica y profesional del trabajador. Por el contrario, la alta productividad en los países desarrollados está asociada con un acervo de capital por individuos alto, conjuntamente con un alto grado de capacitación técnica y profesional. En consecuencia, se concluye que las causas del subdesarrollo residen en un bajo acervo de capital físico y en un bajo nivel de educación técnica y profesional. Por consiguiente, se piensa que para salir del subdesarrollo lo que hay que hacer es invertir en maquinaria, infraestructura y educación técnica y profesional.

A pesar de que han pasado décadas ensayando esta hipótesis sin obtener resultados, se continúa con la creencia de que esta hipótesis es correcta y que el subdesarrollo se debe a la falta de capital físico y humano.

A partir de la Segunda Guerra Mundial una gran parte de los países de Europa terminaron con mucho menos acervo de capital que los países de América Latina. Alemania terminó completamente destruida sin infraestructura y sin maquinaria. Al cabo de pocas décadas, Alemania y el resto de Europa resurgían como potencias económicas, mientras los países de América Latina, más de medio siglo después, siguen en las mismas condiciones de subdesarrollo. Los planes de ayuda a Europa como el plan Marshall, produjeron resultados, a diferencia de los planes de ayuda a América Latina que no han producido resultados.

Por consiguiente, en este momento histórico la principal causa del subdesarrollo se encuentra en mantener una percepción equivocada sobre las causas del subdesarrollo que conduce al desperdicio de los fondos que se invierten.

 

1.2 Causas psico-sociológicas del subdesarrollo

En los países desarrollados, cuando se piensa en contribuir al desarrollo económico de los países del tercer mundo, se piensa generalmente en suministrarles dinero, ya sea a través de préstamos o regalías, con el propósito de realizar inversiones en infraestructura y educación profesional. Esto se debe a que se piensa que el problema del subdesarrollo es causado por la falta de capital físico y humano. No se plantea el problema del subdesarrollo como uno que obedezca a la falta de valores sociales instalados en la psiquis de los individuos, o a la falta de actitudes positivas o a la falta de instituciones sociales o a la falta del Estado o a la falta de un sistema económico de mercado de competencia. Pero en realidad, estas variables psico-sociológicas constituyen las causas del subdesarrollo. Para ser más específico, todos estos factores o variables constituyen uno solo, pues cada uno es la consecuencia concatenarte del otro. La ausencia de valores sociales instalados en la psiquis de los individuos produce la ausencia de actitudes positivas. La ausencia de actitudes positivas en la población, produce la ausencia de instituciones sociales. La ausencia de instituciones sociales produce la ausencia del Estado. La ausencia del Estado, produce la ausencia de un sistema de mercado de competencia. La ausencia del Estado y de un sistema de mercado de competencia produce el subdesarrollo. Por consiguiente, la percepción del problema del subdesarrollo en los países desarrollados es equivocada. La falta de capital físico y humano en los países subdesarrollados es la consecuencia del subdesarrollo y no, como se piensa, la causa del subdesarrollo.

Las causas del subdesarrollo de naturaleza psico-sociológicas, no son percibidas por las instituciones internacionales que brindan ayuda a los países subdesarrollados. Ellos tienen la percepción de que en los países subdesarrollados existen las instituciones gubernamentales, existe el Estado y existe un sistema capitalista. En el acto de prestar dinero a los países subdesarrollados está implícito la creencia en la existencia de estos tres factores. Admitir que estos tres factores no existen cuando se le brinda ayuda financiera a un país, sería como admitir que se está actuando irresponsablemente al otorgar dichos préstamos, pues resultaría evidente que en una situación de anarquía ese dinero de seguro se lo robarían total o parcialmente los políticos, condenando a los pobres de dicho pueblo a pagar por el dinero que se roban los políticos. Las organizaciones que brindan ayuda financiera a los países del tercer mundo no admiten actuar irresponsablemente, por consiguiente, están dando por sentado la existencia de estos tres factores. Sin embargo, esta percepción es equivocada porque la realidad es que en los países subdesarrollados estos tres factores no existen. Esta falsa percepción tiene su origen en la tendencia a confundir la existencia de una institución con las estructuras que la alberga.

 

1.3 La importancia que tiene la existencia del Estado y su relación con las instituciones, las actitudes y los valores

El Estado es el gobierno en un país o nación. El Estado se compone de instituciones. Es la organización compuesta a su vez de organizaciones llamadas instituciones gubernamentales que ejerce la autoridad y el uso de la fuerza en un territorio con el propósito de imponer un determinado orden. Este orden viene dado por las leyes, las normas sociales y las reglamentaciones que deben regir la conducta de los individuos en la sociedad. Estas leyes, normas y reglamentaciones pueden ser establecidas por un monarca o por un dictador o por un cuerpo legislativo o por las costumbres y tradiciones de la sociedad o por las creencias religiosas. El Estado puede ser una monarquía o una dictadura o una democracia. Aún bajo una monarquía o una dictadura las leyes, normas y reglamentaciones pueden ser establecidas, aparte de por el monarca o el dictador, por un cuerpo legislativo o por las costumbres y tradiciones o por las creencias religiosas. Mientras más progreso, bienestar y/o poder económico exhibe una sociedad, mayor suele ser la existencia y presencia del Estado y, por consiguiente, mayor suele ser el orden y el cumplimiento de las leyes, las normas y las reglamentaciones; mayor suele ser la disciplina de los individuos; mayor suele ser su grado de civilización.

En los países del tercer mundo el desarrollo económico está asociado a estas variables. Para que haya desarrollo económico es necesario la existencia de instituciones a cargo de hacer que se cumplan las leyes y reglamentos que regulan las relaciones entre los individuos y la forma de dilucidar las diferencias entre ellos que puedan surgir. En otras palabras, es necesaria la existencia del Estado a cargo de aplicar las leyes y reglamentos que hacen posible la existencia del orden y, por consiguiente, del sistema económico y político. Pero esas instituciones que componen el Estado tendrán un nivel de eficiencia y, por consiguiente, de existencia misma que dependerá de las actitudes que tengan los funcionarios en dichas instituciones o en dicho Estado hacia el cumplimiento de las leyes y los reglamentos. La institución policial no es el edificio de concreto armado donde operan los agentes y oficiales policiacos. La institución policial, como cualquier otra institución, es un organismo de departamentos interrelacionados desempeñando tareas complementarias con uno o más objetivos o metas. Esto es, reducir la criminalidad, evitar la violación de las leyes, proteger la propiedad y la vida de los ciudadanos, etc.. El grado en que la institución alcanza esa meta depende del grado en que los individuos que componen esa institución están motivados (identificados, compenetrados, impulsados, compelidos) en su conducta con el logro de dichos objetivos o metas. Eso depende de las actitudes de los individuos hacia el cumplimiento del deber y las actitudes dependen a su vez de los valores sociales instalados en la psiquis de los individuos.

Los valores instalados en la psiquis de los individuos son aquellos que cuando se violan activan una emoción. Un individuo responde emocionalmente a la violación de un valor, cuando al violar él dicho valor delante de los demás siente la emoción vergüenza o cuando al violar alguien dicho valor delante de él, siente la emoción ira o cuando al violar él dicho valor, pero no delante de los demás, sino ante sí mismo, siente ansiedad y desagrado. Si los individuos no responden emocionalmente ante la violación de los valores sociales, no tienen instalados dichos valores en su psiquis y, por lo tanto, no tendrán las actitudes hacia el cumplimiento de sus deberes. Por consiguiente, no estarán motivados para alcanzar las metas de la institución.

Del conjunto total de valores de una sociedad, tienen particular importancia los que podemos llamar valores sociales básicos. Los valores sociales básicos se pueden definir como aquellos que valorizan positivamente los comportamientos individuales que cuando todos los individuos los realizan, redundan en el bienestar del colectivo y aquellos que valorizan negativamente los comportamientos individuales que cuando todos los individuos los realizan redundan en el mal del colectivo. Los valores básicos son: robar es malo, matar es malo, mentir es malo, ser honesto es bueno, engañar es malo, ser altruista es bueno, tener palabra o cumplir la palabra es bueno, ser valiente es bueno, ser objetivo es bueno, ser justo es bueno, ser imparcial es bueno, etc..

Si el 100% de los individuos que componen una institución policial tienen todos los valores sociales básicos firmemente instalados en su psiquis, la institución operará con un nivel de eficiencia extraordinaria, aunque no tenga un edificio o estructura que los albergue y desde la cual operar, aunque no tenga recursos económicos para operar, ni tenga equipos de trabajo, ni tenga leyes claras y de fácil aplicación. Esto será así porque estarán fuertemente motivados. Si el 50% de los individuos que componen la institución policial tienen todos los valores sociales básicos firmemente instalados en su psiquis y el otro 50% de los individuos no los tienen o si todos tienen la mitad de los valores sociales básicos instalados en su psiquis, pero la otra mitad de los valores no están instalados o si todos tienen todos los valores instalados, pero no muy firmes, de manera que las emociones que activan ante su violación (vergüenza, ira, ansiedad) no sean muy fuertes, la institución funcionará mediocremente. Finalmente, si ningún individuo que compone la institución tiene los valores sociales básicos instalados en su psiquis o si muy pocos los tienen, la institución no existirá, el caos y la anarquía en sus operaciones prevalecerá y su nivel de eficiencia para alcanzar las metas será cero o casi cero, no importa los edificios y las facilidades físicas que los albergue, ni los recursos con que cuenten.

Cuando los individuos que componen las instituciones gubernamentales no tienen los valores sociales básicos instalados en su psiquis, no hay instituciones gubernamentales, no hay Estado capaz de aplicar las leyes y reglamentos que regulan el mercado de competencia. En consecuencia, no existe un sistema de mercado de competencia. El desarrollo económico permanece estancado como consecuencia de esta situación de anarquía o anomia social en donde los más fuertes se imponen sobre los menos fuertes y no existe la aplicación de las leyes y el orden legalmente establecido. Anomia es una palabra de origen francés que quiere decir ausencia de normas (desorganización social y personal, desmoralización, etc.). El término anomia social es usado con más precisión por los sociólogos E. Durcheim y Robert K. Merton para designar el estado de anarquía que se crea cuando las normas de conducta que la sociedad establece como legítimas para alcanzar las metas sociales (valores) no están integradas a las metas sociales (valores) y, en consecuencia, nadie obedece las normas sociales de conducta en la sociedad. Por ejemplo, los individuos quieren alcanzar la meta socialmente aceptable de ser ricos, pero nadie sigue las reglas de que hay que hacerlo sin robar, sin estafar, si sobornar, sin matar, etc.. (Una discusión del término siguiendo la conceptualización mertoniana se puede obtener en el Apéndice C: "Aspectos Sociológicos del Subdesarrollo"). (Una discusión más concisa del problema del subdesarrollo discutido aquí se puede ver en el Apéndice D: “La Anomia Social Como Causa del Subdesarrollo”).

Para traer el desarrollo económico en un mercado de competencia, es necesario instaurar el Estado, instaurar la institucionalidad, es decir, hacer que las instituciones gubernamentales funcionen. Para hacer que las instituciones gubernamentales funcionen, es necesario la formación de actitudes positivas básicas en los individuos. Para formar las actitudes positivas básicas en los individuos es necesario instalar los valores sociales básicos en la psiquis de los individuos que la componen y acabar así con la situación de anomia social.

 

1.4 Qué son o como se definen los valores sociales básicos de la cultura que se pretenden instalar en la psiquis de los individuos

Es de advertirse, que lo que se pretende instalar en la psiquis de los individuos no son los valores sociales básicos de los países desarrollados sino los propios valores sociales básicos del país subdesarrollado. Por lo general los valores básicos en las distintas sociedades son los mismos. Todos los pueblos establecen más o menos un mismo conjunto de valores que podríamos llamar básicos. Esta expresión de la cultura de los pueblos es bas­tante parecida de una sociedad a otra, no importa el nivel de desarrollo económico. Esto se debe a que los valores sociales básicos son la expresión verbal de los comportamientos individuales que redundan en el bienestar del colectivo. Puesto que lo que define el bienestar colectivo tiende a ser igual en todas las sociedades, la expresión de los compor­tamientos individuales que generan dicho bienestar colectivo, y que es lo que se representa en los valo­res sociales que hemos dado en llamar básico, es la misma en virtualmente todas las sociedades, desde las más subdesarrolladas hasta las más desarrolladas. Virtualmente, en todos los pueblos es malo mentir, robar, ser deshonesto, ser antieconómico o derro­chador, ser ineficiente, etc. La diferencia radica en que, en los pueblos desarrollados, la proporción de la población en la cual estos valores han sido insta­lados en la psiquis de los individuos y la intensidad (importancia relativa del valor) con que las personas que los tienen instalados res­ponden al valor, es mayor que en los subdesarrolla­dos, y eso tiene unas consecuencias, no solamente sobre el bienestar del colectivo, sino sobre el nivel de productividad, eficiencia y desarrollo económico de la sociedad como un todo.

Es decir, todas las sociedades han desarro­llado y exhiben un conjunto de valores culturales que podemos llamar básicos y que son comunes a todas ellas. Al parecer, todas las sociedades descu­bren, a través de la experiencia, el mismo conjunto básico de normas de conducta social que definen el bien común, el bien del colectivo, por el encima del bien individual. En todas las sociedades robar es malo, mentir es malo, ser honesto es bueno, etc. Lo que diferencia una sociedad de otra no es el patrón básico de valores culturales que desarrollan, sino la proporción de la población que se apega y sigue fielmente el cumplimiento de los mismos. O sea, en lo que se diferencian es en la proporción de individuos que instalan en su psiquis los valores que establece la sociedad y que consagra como parte venerable de su cultura.

No estamos diciendo con esto que todas las culturas son iguales en cuanto al sistema de valores o normas sociales que desarrollan, sino que todas tienden a ser iguales en cuanto al conjunto de valo­res y normas básicas que definen el bien común por encima del individual. En ese sentido, todas las sociedades, por experiencia, llegan al mismo descu­brimiento y lo consagran como los valores sociales que forman parte de la cultura general más amplia. Por ejemplo, la sociedades pueden diferir en cuanto a los valores que definen la posición del hombre y la mujer en la sociedad. Pueden diferir en cuanto a la forma de vestir o sus hábitos alimenticios. Pueden diferir en cuanto a su concepción de la pun­tualidad, el sentido de la vida y la obscenidad, etc.. Así, la cultura árabe se diferencia de la latina y la latina de la anglosajona. Pero en todas ellas robar o mentir o ser deshonesto o ser derrochador o no ser eficiente o no ser económico o ser egoísta o no ser considerado o no ser altruista, etc., es malo. Todos éstos son valores que definen los elementos que constituyen el bien común. Son estos elementos de la constelación de valores que definen el bien común, los que llamamos básicos y cuya instala­ción en la psique del individuo interesamos realizar.

La medición del grado o proporción en que los valores básicos de la sociedad, que definen el bien común, están instalados en los miembros que la componen, sería, de poderse realizar, un índice del grado de aculturación (apego a la cultura propia). Es de esperarse que mientras más apegado a los valores que definen el bien común sea un pueblo, más eficiente será la sociedad y mayor debe de ser el desarrollo econó­mico que se alcance

Es necesario aclarar, aunque resulte obvio para todo el mundo, que no existen razas superiores. En consecuencia, las diferencias que se observan entre un país y otro en términos del grado de desarrollo económico y en términos de capacidad organizativa e institucional, tienen su origen, no en la superioridad de una raza, ya que todas las razas son iguales en cuanto a capacidades e inteligencia, sino en las diferencia de actitudes, es decir, en las diferencias de conductas aprendidas.

Los últimos descubrimientos científicos sobre el origen del ser humano, basado en el estudio de las mitrocondias de las células, ubican a todas las razas en el planeta teniendo un mismo origen en una abuela ancestral africana y presumiblemente negra. Aparentemente, en esta mujer hubo una mutación que le dio una ventaja sobre los demás. Por consiguiente, en el presente, sus descendientes son los únicos sobrevivientes en el proceso de selección natural. Sus descendientes salieron de África hace 70 mil a 60 mil años y se esparcieron por Europa, Asia y América. Las diferencias raciales que se observan de esa descendencia tienen su origen en la adaptación al medio ambiente climático y geográfico de esa especie única que es el ser humano.

Deseamos hacer énfasis en esto porque a veces las cosas obvias sirven a las personas malintencionadas para generar discusiones demagógicas sobre cuestiones sin ninguna trascendencia o relevancia. Estas discusiones drenan nuestras mejores energías y las desvían de lo que debe ser el propósito de todos y que es identificar las causas del subdesarrollo para poderlas remover y sacar de la indigencia a millones de seres humanos que en el planeta están sufriendo hambre y miseria.

 

1.5 Percepción que se tiene de las instituciones gubernamentales en los países subdesarrollados

En los países subdesarrollados existe la falsa percepción de que la institución policial existe. Esto se debe a que se confunde el edificio y las paredes de concreto armado, así como su localización en alguna calle o avenida, con la institución misma. Lo mismo ocurre con las demás instituciones como los tribunales, el sistema penitenciario, el sistema de educación, la legislatura, etc.. En ausencia de las instituciones del Estado, el Estado no existe. Por consiguiente, es mucho el tiempo, el dinero y la energía que los ciudadanos pierden cuando se da por sentado la existencia de instituciones gubernamentales que no existen. Ese ciudadano que acude a la policía para reportar el robo de su vehículo o de cualquier propiedad, creyendo que la institución existe, pierde el tiempo y la energía. En el mejor de los casos, la policía no hará nada, o casi nada. En el peor de los casos, de la policía encontrar al que se lo robó, es posible que se lo apropie y ya no lo pueda recuperar o es posible que se ponga de acuerdo con el ladrón para borrarle la identificación y venderlo y repartirse el dinero. En consecuencia, no existe la institución policial o su existencia es tan tenue, tan débil, como las actitudes de los funcionarios que la componen. Lo mismo aplica para todas las demás instituciones gubernamentales como los tribunales, las cárceles, el Departamento de Hacienda, etc..

El Departamento de Hacienda de cualquier país juega un papel fundamental en el desarrollo económico. Es por medio de esta institución que se redistribuye el ingreso mediante el cobro del impuesto progresivo a la renta. También juega un papel preponderante en la expansión de la demanda agregada para aumentar el nivel de producción y empleo y en la creación de infraestructura y servicios médicos y educativos para la población. No obstante, en los países subdesarrollados estos objetivos institucionales no se pueden cumplir porque el Departamento de Hacienda no existe. En ausencia del Estado no hay sistema de impuesto que funcione. Es decir, los más fuertes, los ricos, no pagan impuesto progresivo a la renta como corresponde. Sólo los más débiles, los pobres, pagan impuestos regresivos al consumo. Por consiguiente, en ausencia del Estado, no hay redistribución del ingreso, no hay expansión de la demanda agregada y del nivel de producción y empleo de manera adecuada, no hay infraestructura adecuada, no hay hospitales ni escuelas adecuados. En ausencia del Estado, no hay sistema de mercado de competencia, no hay capitalismo. En otras palabras, en ausencia del Estado lo que existe es una situación de anomia social.

La falsa percepción de que las instituciones gubernamentales existen, no solamente abarca a las personas en los países subdesarrollados, sino también a las personas en los países desarrollados. El problema de la ausencia de institucionalidad en los países subdesarrollados se percibe en los países desarrollados como un problema de falta de infraestructura física y de educación ética y profesional. Se piensa que la falta de instituciones se debe a la escasez de capital. Por tal razón, toda la ayuda se concibe en términos de dinero. Es decir, todo se concibe como un problema de falta de capital que puede ser resuelto con dinero. En consecuencia, se brinda dinero para que se hagan más escuelas, más cuarteles de policías, más edificios para correo, más agencias de investigación del crimen y la corrupción, más programas de educación ética y/o profesional, etc.

No obstante, como ya se señaló, las instituciones no son las estructuras que las albergan. En consecuencia, no se logran proveyendo los fondos para construir la infraestructura. Las instituciones son organismos o estructura sociales cuyo funcionamiento, como organismo de partes interdependientes, depende de las actitudes en la mente de los individuos. En consecuencia, cuando se habla de crear instituciones, de lo que se trata es de transformar las actitudes de los individuos que integran esas instituciones y esto no se consigue, como se piensa en los países desarrollados, invirtiendo en la infraestructura material o en la educación, sino en la instalación de valores sociales. Hay que invertir en la instalación de los valores de la sociedad en la psiquis de los individuos que integran las instituciones.

El sistema capitalista, para que exista, presupone la existencia de un Estado a cargo de hacer cumplir y aplicar las reglas del juego en un sistema de libre empresa. En ausencia de la existencia del Estado, no hay mercado porque no hay orden, no hay quien aplique las leyes. Las leyes existen pero son inaplicables. Se trata de una anarquía o situación de anomia social donde prevalecen siempre los intereses de los más ricos y poderosos. Este estado de anarquía o situación de anomia social es responsable del saqueo constante del erario y del saqueo de la ayuda exterior de los países desarrollados en forma de empréstitos, que trae a su vez la inestabilidad en las variables macroeconómicas tasa de cambio, tasa de interés, tasa de inflación, etc.. También esta anarquía es responsable del saqueo de los recursos y las riquezas naturales y del saqueo de los recursos humanos. Los recursos naturales no son protegidos sino que son depredados para enriquecer a los privilegiados que se los apropian ilegalmente o "legalmente" con la ayuda de los funcionarios gubernamentales corruptos. Los recursos humanos también son igualmente depredados por la clase empresarial. Los trabajadores tienen que laborar por un salario de miseria que apenas da para comer una vez al día. Es peor que un sistema esclavista, pues, para el que no tiene trabajo, simplemente se le deja morir de hambre y necesidades básicas sin satisfacer, como servicios médicos.

La visión del subdesarrollo en los países desarrollados, como un problema de falta de capital, cuando en realidad se trata de un problema de falta de institucionalidad, es responsable de que la ayuda exterior para combatir el subdesarrollo, en términos de proveer dinero o capital a través de empréstitos con el objetivo de invertirlo en infraestructura, edificaciones, maquinaria y equipos, etc. y en educación, vaya a parar a manos de los políticos y los empresarios asociados a los partidos políticos que se roban el dinero que posteriormente los pobres y trabajadores del país tendrán que pagar conjuntamente con los intereses.

Como consecuencia de esta apreciación, las personas en los países desarrollados a cargo de implementar la ayuda a los países subdesarrollados tienen la falsa impresión de que donde se ve un cuartel de policía existe una institución a cargo de hacer valer el orden público, donde existe una escuela, existe una institución que enseña a los niños, que donde existe un hospital, existe una instalación que brinda servicios médicos a la gente. Por consiguiente, estos funcionarios dirigen la ayuda económica hacia la creación de más cuarteles de policía, más escuelas, más hospitales. Pero nada de esto funciona en los países subdesarrollados de manera cabal. Su funcionamiento es tan bajo y mediocre como el nivel de subdesarrollo que se padece. La existencia de esas instituciones es tan leve e imperceptible como las actitudes o motivaciones hacia el cumplimiento del deber de sus integrantes. Las instituciones sociales tienen su existencia principal es la psiquis de los individuos que la componen. Si no se invierte en la transformación y creación de este recurso humano a través de la formación de actitudes en los individuos, no habrá instituciones o, más precisamente, las instituciones que haya, serán tan tangibles como las actitudes que posean los recursos humanos que la componen.

También es frecuente en los países desarrollados, así como en los subdesarrollados, confundir la formación educativa profesional con la formación de actitudes. Hay numerosos ejemplos de ayuda exterior con el objeto de invertir en la formación educativa y profesional de los funcionarios gubernamentales en las instituciones policiales, jurídicas y de hacienda pública y fiscal en los países subdesarrollados. Estos ejemplos reflejan la falsa idea de que la formación de actitudes es un problema de educación profesional.

Además es frecuente en los países desarrollados, así como en los subdesarrollados, confundir la creación de códigos de ética profesional y su enseñanza con la formación de actitudes. Los códigos de ética son un listado de valorizaciones sobre la conducta profesional. Su aprendizaje y conocimiento como material educativo no implica su instalación en la psiquis de los individuos. Por consiguiente, no implica la formación de actitudes.

Si se quiere invertir en las instituciones hay que invertir en la gente, pero no en su preparación académica, sino en la formación del recurso humano, no en la formación educativa de la profesión que habrá de desempeñar, sino en la formación cívica. Hay que invertir en la formación de actitudes básicas en la población, que es lo mismo que invertir en la instalación de los valores sociales básicos en la psiquis de los individuos. Valores casi siempre ejemplificados en los héroes y patriotas nacionales. Valores como, el rechazo a la mentira, el rechazo al robo, el rechazo a la corrupción, etc.. Valores como el reconocimiento a la eficiencia, el reconocimiento a la rectitud, el reconocimiento a la puntualidad, el reconocimiento a el cumplimiento del deber, el reconocimiento a la honestidad, etc..

 

II ESTRATEGIA PARA AUMENTAR LA PRODUCTIVIDAD EN LAS INSTITUCIONES GUBERNAMENTALES: LA INSTALACIÓN DE VALORES SOCIALES BÁSICOS EN LA POBLACIÓN Y LA FORMACIÓN DE ACTITUDES BÁSICAS

 

2.1 ¿Cómo generar la formación de actitudes basicas en la población?

Nadie sabe cómo invertir la ayuda exterior en la generación de capital humano del tipo que se ha descrito en los párrafos anteriores, que no es, valga la aclaración, en la preparación educativa y profesional de los individuos, si no en la formación de sus actitudes básicas. La razón para ello es que no hay una teoría sociológica o psicológica que explique con precisión cómo se instalan los valores de la sociedad en la psiquis de los individuos de manera tal que puedan responder emocionalmente ante su violación. Los paradigmas existentes son vagos e imprecisos y sólo ofrecen orientaciones generales.

No hay duda alguna de que las grandes civilizaciones prevalecieron sobre los demás pueblos, porque lograron inculcar en sus ciudadanos ese sentido del deber que cuando la mayoría de la población lo tiene y lo práctica, redunda en el bienestar de la totalidad o del colectivo. ¿Cómo lo hicieron los atenienses, los romanos, los egipcios, los aztecas, los incas, los ingleses, los alemanes, los japoneses? No se sabe. Lo que sí se sabe es que los valores eran transmitidos de generación en generación y que el comportamiento desviado (antisocial) era rápida y fuertemente rechazado por el grupo, a veces de manera muy cruel. Por ejemplo, entre los romanos y los alemanes era frecuente matar al que no daba el máximo en el campo de batalla. Habría que escudriñar la historia de esos pueblos en sus orígenes y formaciones, enfocando la atención en ese aspecto, para ver si se logra sustraer alguna información en ese sentido. Esto es una tarea de grandes proporciones que no se puede abordar aquí. Esperamos que las nuevas generaciones en las universidades se interesen por ella. Mientras tanto, se pueden abordar metas más modestas basadas en la experiencia y la intuición.

 

2.2 Formas de modificar la conducta: los incentivos y las actitudes

Intuitivamente se vislumbra dos formas de modificar la conducta de los seres humanos con respecto al cumplimiento de los valores básicos de la sociedad y con respecto al cumplimiento de las leyes y normas sociales. La primera forma de modificar la conducta es mediante el establecimiento de incentivos (recompensas y castigos) para aquellos que realicen o no realicen la conducta deseada dada por los valores sociales básicos de no mentir, no robar, ser honesto, etc. y que cumplan o no cumplan con las leyes y normas sociales. La segunda forma de modificar la conducta es mediante la formación de actitudes con respecto a los valores sociales básicos y con respecto al cumplimiento de las leyes y normas sociales.

La conducta determinada por incentivos depende de factores externos al individuo que son los que tienen la capacidad de imponer el castigo o la recompensa para el que realiza la conducta indeseada o deseada, según sea el caso. Cuando esos factores externos desaparecen, desaparecen también los incentivos y con ello se extingue lo que motiva la conducta. Por el contrario, la conducta determinada por actitudes depende de factores internos al individuo. Estos factores internos tienden a permanecer invariables a través del tiempo y, más aún, a ser transmitidos de una generación a la siguiente. Estos factores internos también tienen la capacidad de imponer el castigo o la recompensa para el que realiza la conducta indeseada o deseada, según sea el caso. Tanto el castigo como la recompensa surgen en términos de estados emocionales y afectivos desagradables (castigos) como agradables o gratificantes (recompensas) para el que realiza la conducta indeseada o deseada, según sea el caso. Los estados emocionales o afectivos desagradables son la vergüenza, la ansiedad, la angustia (sentimiento de culpa) y los estados emocionales o afectivos agradables son el orgullo, la alegría, la euforia, el sentimiento de autorrealización.

La conducta determinada por incentivos tiene como desventaja que es efímera y desaparece al desaparecer los incentivos. Tiene como ventaja el que se puede establecer rápidamente por la autoridad con el poder para recompensar o castigar. Por el contrario, la conducta determinada por actitudes tiene como ventaja el ser constante y permanente a través del tiempo y además, se trasmite de una generación a otra. Tiene como desventaja el que conlleva un proceso más complejo y más lento para establecerse.

En los gobiernos autoritarios la criminalidad tiende a ser baja porque el castigo al que viola las leyes y normas sociales se impone con rapidez y certeza como incentivo para evitar el incumplimiento de la ley. Pero cuando el gobierno autoritario desaparece, también desaparece el incentivo para no violar la ley (castigo seguro) y todo vuelve a ser lo que antes era. Es un hecho conocido que bajo el gobierno autoritario de Francisco Franco en España y el de Rafael Leonidas Trujillo en la República Dominicana el nivel de criminalidad o delincuencia civil era bajo, aunque el realizado por el estado era impune.

En los gobiernos democráticos donde la formación de actitudes sociales básicas es deficiente la criminalidad es alta, así como el nivel de anomia social, existiendo poca institucionalidad que pueda imponer castigos como incentivos para no violar la ley. Por el contrario, en los gobiernos democráticos donde la formación de actitudes sociales básicas es alta, la criminalidad tiende a ser menor, así como el nivel de anomia social, debido a que existe mucha institucionalidad que puede imponer castigos como incentivos para no violar la ley. Es decir, en este contexto las leyes y normas sociales se cumplen por dos razones. En primer lugar, porque los individuos tienen actitudes formadas que los inducen internamente a cumplir con los valores sociales básicos, las leyes y las normas sociales. En segundo lugar, porque las instituciones para castigar al que delinque funcionan debido a que la formación de actitudes en los individuos de la población hace que los funcionarios de las instituciones públicas o del estado tiendan a cumplir con su deber, haciendo que las instituciones funcionen. Debido a que estos funcionarios son extraídos de una población donde la mayoría tienen los valores básicos de la sociedad instalados en la psiquis, reaccionan con las emociones vergüenza o angustia o ansiedad cuando se le incita a no cumplir con su deber y a aceptar soborno. Como consecuencia de esta formación de actitudes de los funcionarios públicos las instituciones funcionan más eficientemente. Por consiguiente, debido a que las instituciones funcionan más eficientemente, éstas se encargan de perseguir al violador y castigarlo, lo que se constituye en un incentivo y, por consiguiente, en un motivo más para no delinquir.

Vemos, pues, que hay dos formas de modificar la conducta de los individuos con respecto al cumplimiento de los valores sociales básicos, las leyes y las normas sociales. Una forma es mediante el establecimiento de incentivos y la otra forma es mediante la formación de actitudes. Como hemos tratado de explicar ambas formas son complementarias y están correlacionadas en forma directa. Es decir, cuando una aumenta, la otra aumenta también. La relación de causalidad en dicha correlación directa es del siguiente modo. A medida que la formación de actitudes sociales básicas aumenta, también aumenta la institucionalidad y la presencia del estado y con ello aumentan los incentivos (penalidades y castigo seguro) para no violar los valores sociales básicos, las leyes y las normas sociales. Por consiguiente, si se desea generar cambios permanentes en la conducta de los individuos hacia los valores sociales básicos y hacia las leyes y normas sociales, deben crearse programas de formación de actitudes en la población.

Si se pretende circunscribir la ayuda para el desarrollo económico a aportaciones de dinero, deberá invertirse, no en infraestructura material, si no en programas de instalación de valores sociales básicos en la psiquis de la población.

 

2.3 Algunas consideraciones teóricas en cuanto a qué son y cómo funcionan las actitudes y los incentivos

Hay varios mecanismos que determinan la conducta. En el libro "Hacia Una Reformulación De La Psicología Contemporánea: La Teoría De Los Senergicones" se discuten en detalle los mecanismos que determinan la conducta. Dos de ellos tienen particular relevancia en este escrito. Uno es el mecanismo de las actitudes que se discute en el capítulo 2 del libro citado y el otro es el mecanismo de los incentivos que se discute el capítulo 8.

Una actitud se forma cuando se instala en la psiquis del individuo un valor de la sociedad. Un valor de la sociedad es una valorización o clasificación de un objeto concreto o abstracto en términos de dos categorías posibles: malo o bueno, positivo o negativo. Los valores sociales conllevan comportamientos individuales ante objetos concretos o abstractos que cuando todos los miembros de la sociedad los realizan, siguen o cumplen, redundan en un mayor bienestar para el colectivo, o sea, para la totalidad del grupo o sociedad. Los valores instalados en la psiquis de los individuos son los que tienen la capacidad de activar emociones y, por consiguiente, afectar la conducta (las actitudes correctas).

Por consiguiente, una actitud es o se puede definir como el conjunto de reacciones que ocurren en el individuo al enfrentarse a un objeto concreto o abstracto y que determina su conducta ante el objeto. Es decir, determina lo que siente, piensa y hace el individuo respecto al objeto. Este conjunto de reacciones hacia el objeto abstracto “el trabajo”, “la corrupción”, “la honestidad”, “la justicia”, etc. o concreto, “la persona trabajadora”, “la persona corrupta”, “la persona deshonesta”, “la persona injusta”, etc. tiene su origen en fenómenos psíquicos inconscientes. Una actitud ante un objeto abstracto o concreto es el resultado de uno o más valores instalados en la psiquis del individuo hacia dicho objeto abstracto o concreto. Un valor instalado en la psiquis de un individuo es aquel que activa uno o más estados emocionales cuando el individuo es enfrentado con el objeto concreto o abstracto que ha sido valorizado, es decir, aquel valor cuya violación activa uno o más estados emocionales.

Un incentivo es o se puede definir como un objeto concreto abstracto que tiene la capacidad de activar estados emocionales y afectivos en el individuo, los cuales sirven para energizar o motivar la conducta de ese individuo, no ante dicho primer objeto que activa directamente el estado emocional o afectivos, sino la conducta ante otro segundo objeto concreto abstracto con el cual el primer objeto está relacionado.

En forma somera podemos decir que la conducta ante un objeto concreto abstracto que está determinada por actitudes es energizada o motivada por estados emocionales y afectivos activados por los valores que tenga el individuo instalados en su psiquis con respecto al dicho objeto concreto o abstracto. Por el contrario, la conducta ante un objeto concreto o abstracto que está determinada por incentivos es energizada o motivada, no por los estados emocionales y afectivos que le pueda activar dicho objeto, sino por los estados emocionales y afectivos activados por otros objetos concretos o abstractos a los que se le llama incentivos. Los incentivos son objetos concreto o abstractos valorizados y, por lo tanto, tienen la capacidad de activar estados emocionales y afectivos en el individuo. Por ejemplo, el oro, el dinero, el reconocimiento de una figura significativa, etc. son objetos, algunos concretos y otros abstractos, valorizados positivamente. El castigo, el rechazo o desprecio de una figura significativa, etc. son objetos abstractos valorizados negativamente. La mayoría de los individuos en la sociedad tienen estos valores sobre estos objetos concretos o abstractos instalados en su psiquis. En consecuencia, su conducta ante ellos es el resultado de una actitud. Es decir, su conducta ante el oro, el dinero, el reconocimiento de las figuras significativas como objetos está orientada de forma automática por los estados emocionales activados por dichos objetos. Dichos objetos valorizados se convierten en incentivos cuando energizan la conducta hacia otros objetos no valorizados por el individuo, pero que están relacionados con dichos objetos valorizados. Por ejemplo, un individuo puede conocer los valores básicos de la sociedad con respecto a los objetos abstractos mentir o robar. Es decir, el individuo puede saber que mentir es malo y robar es malo. No obstante, ese individuo puede no tener instalados dichos valores en su psiquis y, en consecuencia, no responder ante la violación de dichos objetos abstractos valorizados con la activación de la emoción vergüenza. En consecuencia, puede mentir y robar sin que le dé vergüenza (a pesar de que conoce los valores de que mentir y robar es malo) debido a que no tiene dichos valores instalados en su psiquis. Sin embargo, ese individuo puede abstenerse de mentir y robar debido a algún incentivo. Es decir, los objetos mentir o robar puede asociarse con objetos que sí están valorizados positiva o negativamente, como por ejemplo el dinero o el castigo. De esa manera el individuo puede abstenerse de mentir o robar debido a que se le recompense con dinero al no hacerlo o se le castigue cuando lo hace. En este caso su conducta no es el resultado de una actitud ante los objetos abstractos mentir o robar, sino el resultado de los incentivos producidos por otros objetos concreto o abstractos que sí están valorizados.

Puede ocurrir también que un individuo tenga instalado en su psiquis el valor de que robar es malo y, en consecuencia, le dé vergüenza ser sorprendido robando. No obstante, a medida que el incentivo se hace más grande, es decir, a medida que la emoción gratificante del objeto que sirve como incentivo se hace más intenso, puede llegar a ser mayor que la intensidad de la emoción vergüenza y, en consecuencia, el individuo se ve incitado a robar, arriesgándose a ser sorprendido y ser castigado por la emoción vergüenza. Es decir, si se trata de un incentivo de 20 o 30 dólares, no robará pues la intensidad de la emoción gratificante de tener 20 o 30 dólares no es suficientemente intensa para contrarrestar la intensidad de la emoción vergüenza que sentiría si es sorprendido robando. No obstante, si se trata de 2 o 3 millones de dólares quizás se rinda ante la tentación del incentivo, aunque se muera de vergüenza si llega a ser sorprendido. Es por eso que muchos funcionarios honestos al caer en la tentación y ser sorprendidos robando terminan suicidándose por la vergüenza.

Como se puede apreciar, la conducta de los individuos en la sociedad puede ser energizada o motivada por las actitudes sociales básicas o por los incentivos. En las sociedades cuya conducta está principalmente energizada o motivada por el mecanismo de los incentivos, los gobiernos democráticos tienden a caer en el populismo, el Estado tiende a desaparecer debido a la falta de institucionalidad y el sistema económico tiende a caer en la ineficiencia y la improductividad debido al estado de anomia y anarquía que reina en la sociedad. Por otro lado, en estas sociedades donde la conducta está principalmente energizada o motivada por el mecanismo de los incentivos, el gobierno no democrático, es decir, el gobierno autoritario será tan bueno o malo como tan bueno o malo sea el dictador de turno. Si el individuo es ilustrado y tienen la intención de mejorar el bienestar de la población y tienen un modelo correcto que le dice cómo hacerlo, las cosas marcharán mejor, porque la figura autoritaria hará que se cumplan las leyes y que las instituciones funcionen. Si por el contrario, se trata de alguien con el interés de enriquecerse y enriquecer a los que lo respaldan o si se trata de alguien que tiene buenas intenciones pero no tiene un modelo correcto que le describa cómo transformar esa realidad, el pueblo sufrirá las consecuencias de su gestión.

En las sociedades cuya conducta está principalmente energizada o motivada por el mecanismo de las actitudes, la democracia funciona más o menos bien. En estas sociedades el estado tiende a tener presencia y las instituciones funcionan con cierta normalidad debido a que los funcionarios públicos están energizados o motivados en su conducta por las actitudes y no dependen del incentivo castigo de la figura autoritaria para cumplir con el deber. Puede haber actos de corrupción si los incentivos son muy grandes y rebasan la intensidad de la emoción vergüenza, pero los actos de corrupción tenderán a ser menos frecuentes. Por consiguiente, el sistema económico tiende a ser más eficiente y a haber más desarrollo debido a que las instituciones funcionan y las leyes se aplican.

Por otro lado, en estas sociedades donde la conducta está principalmente energizada o motivada por el mecanismo de las actitudes el gobierno no democrático, es decir, el gobierno autoritario puede constituirse en un factor para generar mayor eficiencia si la figura autoritaria es ilustrada, pero pueden convertirse en una amenaza para la paz cuando no es ilustrado, debido a que suelen ser sociedades económicamente desarrolladas con gran poder militar. Tal fue el caso de Alemania bajo Hitler y Japón bajo el emperador Hiroito

En las sociedades cuya conducta está principalmente determinada por el mecanismo de los incentivos el progreso que un gobierno ilustrado traiga, ya sea un gobierno democrático o autoritario, es probable que sólo dure hasta que ese gobierno sea sustituido por otro. Esto es así, debido a que lo que hace que los individuos cumplan con las leyes y las normas sociales es el incentivo o castigo que el gobierno ilustrado haga aplicar. Es decir, un gobierno, ya sea democrático o autoritario, que le devuelva la institucionalidad al país aplicando sin excepciones el castigo al que violar la ley o las normas sociales, trae como consecuencia progreso al mejorar la eficiencia y la productividad. Pero al desaparecer ese gobierno que hace que la ley se aplique desaparece el incentivo para no violar las leyes y las normas sociales. Al desaparecer el castigo para el violador, desaparece con ello la eficiencia, y el progreso se detiene. La sociedad funcionaba eficientemente porque los funcionarios ilustrados de ese gobierno imponía sus actitudes sobre la población a base de incentivos (aplicación del castigo a los violadores de la ley sin distinción). Al desaparecer el incentivo, desaparece la conducta incentivada. Tal es el caso de Muñoz Marín en Puerto Rico, Leonel Fernández Reina en la República Dominicana, José Figueres en Costa Rica y de numerosas otras figuras en la historia de Latinoamérica que trajeron progreso y estabilidad económica mientras duraron gobernando, pero al desaparecer todo vuelve a ser lo que antes era y los países vuelven al atraso y a la profundización del subdesarrollo.

Por consiguiente, si se quiere que el progreso sea continuo hay que producir conductas basadas en la formación de actitudes y no en incentivos. Para formar actitudes sociales básicas es necesario instalar en la psiquis de los individuos en la sociedad los valores básicos de su sociedad ejemplificados en los padres de la patria y en los héroes nacionales.

De nada vale a un país tercermundista tener un gobierno con las actitudes correctas que le dé institucionalidad y por consiguiente progreso, si se sabe que ese gobierno no será eterno y alguna vez tendrá que ser sustituido por otro gobierno que no tenga las actitudes correctas. Cuando eso ocurra se volverá al atraso y a ser lo que antes era. En consecuencia, es necesario crear conciencia de que sólo hay una forma de generar desarrollo y progreso económico sostenido y permanente y es mediante la formación de actitudes. Para que la institucionalidad sea permanente hay que formar actitudes sociales básicas en la población.

 

2.4 Estrategias equivocadas para generar cambios en las actitudes sociales

Como se señalara, para aumentar la productividad social es necesario crear un cambio en las actitudes de los individuos. En las actitudes hacia la corrupción, la delincuencia, la justicia, la equidad, la imparcialidad, la objetividad, la eficiencia, la honestidad, el trabajo, el deber, la mentira, etc.. Existe la percepción de que esto se puede lograr mediante la creación de leyes y reglamentos. La experiencia revela que la creación de leyes, reglamentos y códigos de ética reguladores de la conducta profesional, con el objeto de promover la productividad, no funcionan. Las leyes y reglamentos más perfectos, más detalladamente elaborados, no funcionan si las personas a cargo de aplicarlas no tienen las actitudes correctas. Por más que se corrijan estas leyes y reglamentos, por más que se enmienden, por más que se añadan nuevas cláusulas no funcionarán mientras las personas a cargo de aplicarlas no tengan la intención, que emana de las actitudes, de aplicarlas y hacerlas valer, más que en su letra, en su espíritu. Cuando las personas no tienen las actitudes correctas siempre terminan encontrando la forma de burlar la ley, el reglamento o el código de ética.

En los países desarrollados se observa que las actitudes de los individuos hacen que el sistema de justicia criminal y el sistema de servicios gubernamentales funcionen más eficientemente que en los países subdesarrollados. Esto se debe a que las actitudes de los funcionarios en los países desarrollados hacia el cumplimiento de las leyes y reglamentos, tanto en su letra como en su espíritu, son más acentuadas que en los países subdesarrollados. Es precisamente esa diferencia en las actitudes positivas básicas lo que trae como consecuencia el subdesarrollo.

Otra estrategia equivocada para cambiar las actitudes de los funcionarios gubernamentales consiste en invertir en su adiestramiento profesional. Si es policía, se le pagan los estudios en una academia policial donde se le enseña, entre otras disciplinas, la ética y el comportamiento profesional que debe exhibir un policía. Si es un oficial del departamento de hacienda o aduana se le pagan los estudios o talleres en donde se le enseña, entre otras disciplinas, la formación ética y profesional del funcionario público en esos puestos de trabajo. Esta estrategia es equivocada pues presupone que tener valores es lo mismo que conocer los valores. A partir de este razonamiento equivocado se presume que basta enseñarle a los funcionarios los valores sociales que corresponden al ejercicio de su profesión para que esos funcionarios actúen en función de dichos valores. No se advierte que para que una persona actúe en función de un valor y genere una actitud, que es una conducta automática, ante su violación, es necesario que dicho valor esté instalado en su psiquis y no en su memoria, de manera que responda emocionalmente ante dicha violación. Si no se activa una emoción al violarse el valor (vergüenza, ira, ansiedad) ese valor no está instalado en la psiquis y es tan sólo un dato más o información memorizada en su cabeza. (Para una discusión detallada de la diferencia entre conocer los valores y tener valores ver Walter H. Bruckman, “Hacia una Reformulación de la Psicología Contemporánea: La Teoría de los Senergicones”, Editorial Trillas, Mexico 1995, capítulo 2. En específico la sección “El valor instalado y el valor sin instalar”, págs. 44-45. (Un resumen de la susodicha discusión se puede ver en la sección "¿Cómo los valores regulan la conducta?" del Apéndice A: “Resumen del Libro La Teoría de los Senergicones”).

Otra estrategia equivocada radica en tratar de generar internamente, dentro de la nación, estos cambios de actitudes, a partir de una democracia populista, sin contar con la ayuda exterior. Las democracias populistas por su naturaleza no permiten tomar las medidas necesarias para generar estos cambios en la disciplina de los pueblos. Es necesaria la ayuda exterior en forma de requisitos para cualificar para la ayuda exterior. Es decir, se hace necesario que la ayuda exterior se brinde en forma de exigir como requisito para recibir ayuda exterior el mantener un programa para instalar valores de la sociedad en la psiquis de los individuos. De esta manera los gobernantes, antes de adoptar posturas populistas, pueden justificarse en las exigencias de organizaciones como el Fondo Monetario Internacional para hacer lo que es necesario hacer aunque no resulte popular o aunque afecte los intereses de los ricos y poderosos.

 

2.5 Estrategias nuevas para generar cambios en las actitudes sociales

Enfatizamos una vez más que, para crear instituciones en los países subdesarrollados no se puede invertir meramente en la construcción del edificio que la alberga, o en la maquinaria y el equipo que se va a utilizar, o en la creación de reglamentaciones y leyes que la habrán de regir o en programas de educación y formación profesional y ética. Para construir instituciones hay que invertir en la instalación de los valores de la sociedad en la psiquis de los individuos.

La pregunta a contestar cuando se considera un plan para aumentar la productividad social, es ¿cómo se puede generar un cambio en las actitudes de los individuos y, más específicamente, en los funcionarios públicos?

Si se quiere generar nuevas actitudes en los individuos y, más específicamente, en los funcionarios públicos, es necesario instalar en su psiquis los valores que corresponden a dichas actitudes. ¿Cómo se puede instalar un valor en la psiquis de un individuo? y, como consecuencia, ¿cómo se puede desarrollar un programa de instalación de valores en la psiquis de los funcionarios gubernamentales? Como ya se ha señalado, no existe en la teoría sociológica ni en la psicológica, una explicación sobre cómo se instalan los valores en los individuos. Sin embargo, existe la idea de que los grupos primarios que son significativas para el individuo o las figuras significativas para el individuo, tienen la capacidad de instalar en la psiquis de los individuos valores. Los grupos o figuras significativas para el individuo son aquellas de las que se desea reconocimiento o aquellas que se admiran y se respetan.

Un aspecto importante en la capacidad de un grupo o figura significativa para instalar valores en la psiquis de los individuos es su cercanía con el individuo de manera que pueda rechazar directa, personal y visiblemente la conducta indeseada y reconocer la conducta deseada. Un líder carismático que todo el mundo admira y respeta puede instalar valores en la psiquis de aquellos individuos con los cuales actúa directa y personalmente rechazando la conducta indeseada y reconociendo la deseada. No obstante, ese líder reduce su capacidad para instalar valores en la psiquis de aquellos individuos que aunque lo admiren y respeten no tienen interacción directa con él. Al no tener interacción directa con él, no pueden sentir de manera directa el rechazo o aprobación de su conducta por esta figura respetada.

Aparte de la interacción directa es necesario que la figura o grupo significativo tenga el respeto y/o admiración del individuo. Un padre o una madre que no se haya dado a respetar por sus hijos pierde capacidad para instalar en ellos sus valores.

Tenemos, pues, que los grupos y las figuras significativas para un individuo (aquellas que el individuo respeta o admira) y que además tienen la capacidad de interactuar con el individuo para rechazar o aprobar su conducta juegan un papel preponderante en las creencias de los individuos, entre las cuales se encuentran los valores sociales básicos. El primer grupo primario de un individuo son los padres y juegan un papel importante en la educación y las creencias de ese individuo. Luego están los maestros, los sacerdotes o pastores y las figuras de autoridad. Luego están otros grupos de mucha influencia, como los amigos y los compañeros de trabajo.

La forma en que los grupos primarios inculcan e instalan en la psiquis del individuo los valores es mediante el castigo o rechazo de la conducta indeseada y mediante la gratificación y aceptación de la conducta deseada. Demás está decir, que si los padres y demás figuras significativas no tienen las actitudes correctas, es decir, no tienen instalados en su psiquis los valores que corresponden a las actitudes correctas, no transmitirán esos valores al individuo. Es decir, nadie puede instalar en otro, los valores que no tiene instalados en sí mismo.

En los países desarrollados la proporción de individuos con valores sociales básicos instalados en su psiquis es mayor que en los países subdesarrollados. Esto no quiere decir que en los países desarrollados no hay funcionarios corruptos, sino que la proporción en que éstos se encuentran y el grado o intensidad en que se corrompen es menor que en los países subdesarrollados. De hecho, se puede establecer una correlación entre el grado de desarrollo de los países y el grado en que los valores sociales básicos están instalados en la psiquis de los individuos.

La meta u objetivo debe ser, pues, el desarrollar programas para instalar valores en los individuos. Pero esto es más fácil de decir que de hacer. Se supone que el que viola los valores representados en las leyes de un país sea castigado por el aparato de justicia criminal a cargo de sancionar la conducta indeseada o ilegal. Esto es la policía, los tribunales, el sistema penitenciario. Pero hay un problema, si la proporción de personas en la población de un país que tienen los valores sociales básicos instalados en su psiquis es pequeña, la proporción de policías, fiscales, abogados, jueces, oficiales penitenciarios, legisladores, funcionarios en el servicio público gubernamental, etc., que tengan dichos valores instalados en su psiquis sería pequeña también, pues éstos son extraídos de dicha población. Se crea entonces un círculo vicioso del cual es muy difícil escapar y que es la raíz de la corrupción existente en los países subdesarrollados. ¿Cómo salir de ese círculo vicioso? Puesto que no existe ninguna teoría científica que explique con precisión cómo se instalan los valores en la psiquis de los individuos, esa pregunta es muy difícil de contestar.

Sin embargo, se podrían ensayar soluciones que hayan demostrado a través de la historia estar correlacionadas con la disciplina de los pueblos. Como ya se señalara, se sabe que la transmisión de valores de una generación a otra ocurre a través de los grupos primarios y a través de las figuras significativas, que tienen la capacidad de interactuar directamente con el individuo y rechazar o aceptar su conducta. Al decir transmisión de valores, no nos referimos a la mera enseñanza de los valores en términos de lo que es malo o bueno, sino a la instalación en la psiquis de los individuos de dichos valores de manera que su violación active estados emocionales o afectivos en el individuo. Es conocida la capacidad que tienen los grupos y las figuras significativas para modificar las conductas de sus miembros mediante el rechazo personal de la conducta indeseada y la aprobación de la conducta deseada.

Por consiguiente, una forma en que se pueden instalar valores es creando grupos de trabajo con la capacidad de rechazar o castigar al miembro del grupo que no cumpla con las metas y objetivos trazados para el grupo de trabajo en términos de la conducta deseada. Para ello es necesario que el grupo incorpore o acepte como suyas las metas y objetivos de trabajo o productividad que se le asignan al grupo. Esto se logra mediante el recurso de añadir incentivos, como por ejemplo, compensaciones, bonificaciones o premios a aquellos grupos que cumplan con las metas u objetivos que se le tracen.

Debe enfatizarse una vez más que conocer los valores de la sociedad hacia el trabajo, la honestidad, la justicia, no es lo mismo que tener instalados en su psiquis dichos valores. Son dos fenómenos completamente distintos que con gran frecuencia trágicamente se confunden. Cuando la persona tiene un valor de la sociedad instalado no puede sustraerse al cumplimiento de dicho valor sin sufrir fuertes estados emocionales adversos y desagradables. La violación de su parte de dichos valores ante la presencia de los demás le produce la emoción vergüenza que es un estado emocional muy desagradable que lo incita a dejar de violar dichos valores. La violación que otros hagan ante su presencia de dichos valores le produce la emoción fuerte ira que lo incita a atacar verbal o físicamente al que viola dichos valores. La violación de su parte de dichos valores, no ante la presencia de los demás, sino ante sí mismo, no le producirá vergüenza, puesto que no hay otras personas presenciando su violación, pero sí le producirá la emoción de angustia y/o ansiedad que lo incita igualmente a dejar de violar dichos valores. En otras palabras, el individuo con valores, es decir, no el individuo que conoce los valores, sino el individuo que tienen valores instalados en su psiquis, vive prisionero de ellos en una cárcel emocional que no le permiten su violación sin reaccionar fuertemente en contra de dichas violaciones. Por esa razón existirá en él la tendencia a trasmitir sus valores. Si su hijo miente o roba, sentirá ira y lo castigará o rechazará su conducta. De esta manera tendrá la capacidad de trasmitir sus valores a su hijo. Si su compañero de trabajo miente o roba, sentirá igualmente ira y si no puede castigarlo al menos lo rechazará o lo despreciará. De esta manera si su compañero de trabajo lo respeta o si siente admiración por él o si desea su reconocimiento, tendrá la capacidad de trasmitir sus valores a su compañero de trabajo. Si en vez de ser una persona el que rechaza al que viola el valor es un grupo la capacidad para influir y, por consiguiente trasmitir valores aumenta. Ahora, bien, para que el grupo de trabajo rechace y castigue al individuo que mienta o robe es necesario que los miembros del grupo tengan estos valores instalados en su psiquis de manera que se active en ellos la ira cuando el individuo viole el valor y así se sientan incitados a rechazarlo o/y castigarlo. Cuando los miembros del grupo de trabajo no tienen dichos valores instalados en su psiquis no pueden trasmitirlos a nadie. Nadie puede trasmitir los valores que no tiene. No obstante, se pueden emplear incentivos económicos para que los miembros del grupo se vean incitados a rechazar y/o castigar al individuo que viola los valores sociales básicos. (Para una discusión detallada de cómo funciona una actitud en su aspecto tricotómico ver “La Teoría de los Senergicones”. op cit. capítulo 14. Un resumen de la susodicha discusión se puede ver en el “Apéndice A: Resumen del Libro La Teoría de los Senergicones”).

Como se puede apreciar, ser tratada de usar el mecanismo de los incentivos, no para que los individuos en el grupo cumplan con los valores sociales básicos y con las leyes y las normas sociales, sino para hacer que los individuos en el grupo rechacen y castiguen al individuo en el grupo que no cumple con los valores sociales básicos y reconozcan y le den aceptación a los individuos en el grupo que si cumplen con dichos valores. De esta manera se espera lograr que se instalen en la psiquis de los compañeros de trabajo los valores sociales básicos, de manera que cuando eventualmente se eliminen los incentivos los individuos hayan generado una formación de actitudes sociales básicas que les permita el que sigan funcionando eficientemente aunque los incentivos ya no existan y hayan sido eliminados. Es decir, posteriormente lo que haría que actúen en función de los valores no serían los incentivos, sino las actitudes sociales básicas formadas a base de la instalación en su psiquis de los valores sociales básicos. Dicha instalación de valores se lograría haciendo que el grupo, mediante incentivos económicos, rechace y desprecie la conducta indeseada contenida en la violación de los valores sociales básicos y acepte y le dé reconocimiento a la conducta deseada contenida en el cumplimiento de los valores sociales básicos.

Obsérvese que no se trata de usar los incentivos para que los individuos actúen en función de los valores sociales básicos, ya que al desaparecer los incentivos, desaparecería la conducta deseada, sino de usar los incentivos para que el grupo de trabajo rechace, desprecie y castigue al individuo que no actúe en función de los valores sociales básicos y que le dé aceptación y reconocimiento al individuo que actúe en función de los valores sociales básicos. De esta manera se espera que el grupo instale en la psiquis de sus miembros los valores sociales básicos, de manera que al cabo de un tiempo cuando se remuevan los incentivos los individuos actúen en función de las nuevas actitudes formadas mediante la instalación de valores.

En las instituciones policiacas, así como las demás instituciones del sistema de justicia criminal y en las instituciones gubernamentales que ofrecen servicios se pueden crear grupos de trabajo para los cuales se fijen metas de productividad. Si las metas de productividad del grupo se cumplen, se les compensaría con bonificaciones adicionales a su salario regular (recompensa). Si las metas de productividad del grupo no se cumplen, se les reduce sus bonificaciones en proporción al cumplimiento de las metas u objetivos (castigo).

Con el propósito de que el grupo pueda instalar valores en la psiquis de sus miembros es necesario dotarlo de la capacidad para sancionar, rechazar, condenar, castigar la conducta indeseada de sus miembros y reconocer, aceptar, premiar la conducta deseada. A tales fines se debe proceder del siguiente modo. Si las metas del grupo no se cumplen parcial o totalmente, por reglamento sería obligatoria la expulsión de un miembro del grupo y su sustitución por un nuevo empleado. La decisión sobre qué miembro sería expulsado estaría a cargo del grupo y su supervisor o jefe de grupo (castigo). Cada miembro del grupo tendría un voto y el voto del supervisor podría ponderarse para que representara una influencia mayor en la decisión, por ejemplo, un 30% del peso total de la votación.

El la consecución del propósito de alcanzar las metas es de esperarse que, no solamente se aumente la productividad del grupo, como consecuencia de los incentivos, sino que ocurra la instalación de los valores sociales en la psiquis de los individuos. Es de esperarse que un comportamiento deshonesto de un individuo aleje al grupo de cumplir sus metas y de obtener sus bonificaciones (incentivos). En consecuencia, es de esperarse que el comportamiento deshonesto de ese individuo reciba el rechazo del grupo que es uno de los factores que se cree tiene la facultad de instalar valores, tanto en el individuo que es rechazado por el grupo, como en los que rechazan. De igual forma es de esperarse que el que mienta, afecte negativamente la productividad del grupo y reciba el rechazo del grupo. Lo mismo debe ocurrir con los valores de ser esforzado, ser trabajador, ser eficiente, ser íntegro, ser recto, ser puntual, etc. El cumplimiento de ellos debe aumentar la productividad y, por consiguiente, aumentar sus bonificaciones. En consecuencia, debe generar por parte del grupo aceptación de los individuos que exhiban esas conductas y con ello la instalación de dichos valores. El incumplimiento de ellos debe disminuir la productividad del grupo y, por consiguiente, sus bonificaciones. En consecuencia, debe producir el rechazo del grupo y con ello la instalación de dichos valores igualmente.

Si se quiere que el grupo sea más enfático e inflexible con el rechazo de la conducta indeseada y, por consiguiente, con la instalación de los valores sociales básicos en la psiquis de los individuos, se puede proceder del siguiente modo. Se puede crear para cada grupo un código de honor cuya violación implique la expulsión obligatoria del individuo por parte del grupo. Por ejemplo, un código de honor que establezca como una falta grave que conlleva la expulsión aquella conducta de sus miembros que implique robar, aceptar soborno, extorsionar, hacer falsas acusaciones o mentir, participar en la comisión de delitos o ser cómplice de delitos, no ser honesto en aspectos que pongan en riesgo la vida o la seguridad de sus compañeros de labor, etc..

Si el grupo por consideraciones de amiguismo decide expulsar al que es más eficiente y retiene al ineficiente, la ineficiencia del grupo disminuirá y las metas de productividad se cumplirán menos. En consecuencia, las bonificaciones continuarán disminuyendo y las expulsiones continuarán periódicamente. Por reglamentación, la persona que entra nueva a formar parte del grupo, no podrá ser expulsada hasta pasado dos periodos de purgación. Esto evitaría que un mismo grupo se perpetuara expulsando siempre a la persona nueva que entra al grupo. Como consecuencia, el grupo que rechaza y castiga al ineficiente, progresará y cumplirá sus metas de productividad, mejorando sus ingresos. El grupo que no lo haga, se retrasará y no cumplirán sus metas de productividad, disminuyendo sus ingresos, por lo cual, eventualmente, todos sus miembros terminarán siendo expulsados por los que entre nuevos.

Esta estrategia fue empleada por los romanos y los alemanes para incrementar la productividad de sus soldados en la guerra. Sólo que el rechazo o castigo era más severo, ya que se ejecutaba al ineficiente (al que no daba el máximo en la batalla, o al que huía del combate o al que desertaba). Además, cuando había rebelión en la tropa se diezmaban, ejecutando 1 de cada 10 soldados escogidos al azar los cuales eran ejecutados por sus propios compañeros en la tropa.

El individuo que es expulsado de un grupo se traslada a otro para darle una segunda oportunidad. Si fuera expulsado por segunda vez de otro grupo, se trasladaría por tercera y última vez a otro grupo. Si en la tercera oportunidad fuera expulsado, se le despediría de la institución en cuestión.

De esta forma, no solamente se estaría aumentando la productividad al depurar al grupo con respecto a los más eficientes, sino que se aumentaría la productividad como consecuencia del poder que tiene el grupo para instalar en la psiquis de los individuos los valores sociales que generan mayor eficiencia en el funcionamiento de los organismos institucionales, mediante el rechazo o la aprobación de la conducta de los individuos.

Las metas de los grupos pueden aumentarse o disminuirse según la política pública del gobierno o de la institución en cuestión, en el sentido de acelerar la renovación de su personal, disminuirla o paralizarla. Mientras más altas sean las metas de productividad que se establezcan, más acelerado será el proceso de depuración y renovación del personal de la institución y más acelerado el proceso de instalación (mediante el castigo de la expulsión) de los valores sociales en la psiquis de los individuos. Por el contrario, mientras más bajas sean las metas de productividad que se establezcan, menos acelerado será el proceso de depuración y renovación del personal de la institución. Finalmente, la renovación del personal puede ser eliminada fijando metas de productividad que todos los grupos puedan cumplir a pesar de sus ineficiencias.

El tamaño de cada grupo no debe ser demasiado grande, ni demasiado pequeño. El grupo o la unidad de trabajo en cada institución debe definirse en relación a la tarea que hay que realizar. En un grupo deben estar todas las personas que inciden directamente sobre la productividad de dicho grupo y del cumplimiento de las metas de productividad. No debe haber en un grupo un individuo cuya labor no afecte de manera directa y sustancial el cumplimiento de las metas de productividad asignadas a dicho grupo. Idealmente, siempre que se pueda, el tamaño de las tareas a realizarse debe definirse de manera tal, que el grupo a cargo de realizarlas no exceda determinado tamaño. De esta forma los grupos deben tener un tamaño ideal que no sea ni demasiado grande ni demasiado pequeño, de manera que todos se conozcan bien y puedan estar bien enterados de la labor que realiza cada miembro cuyo esfuerzo van a estar obligados a enjuiciar cuando llegue el momento de pulgar los grupos.

Vamos a presentar cuatro ejemplos de planificación en cuatro instituciones distintas: policía, tribunales, escuelas públicas y agencias de servicios gubernamentales.

 

2.6 Estrategia para aumentar la productividad de la Policía Nacional

Tomemos en primer lugar la policía. Las ciudades tienen una cantidad determinada de cuarteles policiales. Cada cuartel atiende un área específica de la ciudad. Se deben delimitar las áreas de cada cuartel para que cada una tenga una cantidad de delitos mensuales más o menos iguales. Supongamos que, atendiendo este criterio la ciudad se divide en 150 áreas con sus respectivos cuarteles. Supongamos que la ciudad cuenta con 450 autos de patrulla, 750 motoras y 12,000 policías aproximadamente. Dichos recursos deben repartirse por partes iguales para cada cuartel con igual frecuencia de delitos mensuales. En consecuencia, se asignarán tres autos patrulleros a cada cuartel, 5 motoras y 80 policías.

Como hay 3 autos, cada distrito policial debe dividirse en tres áreas con más o menos igual frecuencia de delitos mensuales. A cada área se le asignaría 3/3=1 autos de patrullaje y 80/3=27 policías. Las motoras se pueden asignar 2 para las primeras 2 área y 1 para la tercera o asignar 1 motora para cada área y las otras 2 para atender las 3 área del cuartel según se presenten las necesidades de transportación en cada área. Para emplear las patrullas con 2 hombres en 3 turnos diarios hacen falta 9 policías. Dos en cada turno y tres para cubrir los días libres y vacaciones. Los restantes 16 policías se asignarán a los lugares que les corresponda en su área para realizar el patrullaje o la labor de a pie.

Vemos, pues, que aquí el grupo de trabajo estaría definido por 27 individuos comandados por uno o más sargentos. Cada cuartel tendría su comandante y oficiales correspondientes. Normalmente sería un capitán y tres tenientes, uno por cada grupo del cuartel. Cada grupo deberá tener un sargento por cada 10 policías. A cada cuartel se le asigna una meta de productividad. Supongamos que el promedio de delitos mensuales en cada cuartel es de aproximadamente 140. Supongamos que se asigna como meta reducir la incidencia criminal en un 40%. Esto implicaría reducir el número de delitos mensuales en 140x0.40=56 delitos menos. La nueva meta de productividad sería bajar el promedio de delitos mensuales de 140 a 140-56=84 delitos. Si se cumple con el 100% de esa meta de 84 delitos o menos mensuales, al comandante y los oficiales del cuartel se le asigna una bonificación de, digamos, 30% de su salario. Si se cumple con el 75% de la meta, es decir menos de 98 delitos pero más de 84 delitos se le asigna una bonificación de 20% del salario. Si cumplen con el 50% de la meta, es decir, menos de 112 delitos pero más de 98, se le asigna una bonificación de 10%. Si cumplen con el 25% de la meta, es decir menos de 126, pero más de 112 delitos mensuales, se le asignaría una bonificación de 5% de su salario.

En el caso de que se cumpla con el 100% de la meta de productividad no habría que realizar ninguna purga o depuración del personal y la bonificación mensual para todo el mundo sería de un 30% de su salario mensual. En los casos en que no se cumpla con el 100% de las metas, las bonificaciones se harían según la proporción en que no se cumpla con la meta, tal y como se ha ilustrado. En esos casos, por reglamento, habría que purgar o depurar el personal. Los policías se purgarían mensualmente. Los sargentos de cada cuartel deberán ser purgados cada seis meses y los demás oficiales cada año.

Cada una de las 3 áreas en que se divide un cuartel deberá tener aproximadamente un promedio de 140/3=47.5 delitos mensuales. Para cumplir con el 100% de su meta de productividad correspondiente deberán reducir el número de delitos mensuales en 56/3=18.67 delitos mensuales menos por área. Es decir, reducir el número promedio de delitos mensuales a 47.5-18.67=28.83. Para cumplir con el 75% de la meta sería menos de 33.5 delitos mensuales y más de 28.83. Para cumplir con el 50% de la meta sería menos de 38.17 delitos mensuales y más de 33.5. Para cumplir con el 25% de la meta serían menos de 42.83 delitos mensuales y más de 38.17. Si cada área cumplen con el 100%, 75%, 50% y 25% de la meta, obtendrían una bonificación de 30%, 20%, 10% y 5% de su salario mensual respectivamente. En cada área de patrullaje el grupo de 27 miembros debería purgarse mensualmente. Todos los meses el grupo que no cumpla con el 100% de su meta deberá expulsar a uno de sus 27 miembros mediante votación abierta. Para que la instalación de valores sea más efectiva, la votación no debe ser secreta. Cada individuo debe afrontar el rechazo o aceptación abierta cara a cara de sus compañeros al rendimiento de su labor realizada.

Observarse que un grupo del cuartel puede cumplir el 100% de su meta y recibir el 30% de su salario como bonificación sin tener que expulsar a ninguno de sus miembros y sin embargo, los oficiales del cuartel no cumplir con su meta y recibir una bonificación inferior. Esto ocurriría si cualquiera de los restantes dos grupos correspondientes a las restantes dos áreas de patrullaje del cuartel que ellos comandan no cumplen parcial o totalmente con su meta de productividad.

Cada 10 cuarteles habría un mayor y constituirían una zona policial. En cada cinco zonas policiales habría un coronel y constituirá una división policial. Las divisiones policiales de una ciudad tendrán un general. Los generales de división serían nombrados y sólo el que los nombra los puede sustituir. El resto de los oficiales purgarán una vez al año de no cumplirse con las metas trazadas y recibirían una bonificación mensual de 30%, 20%, 10%, y 5% de su salario según se logren las metas de productividad que se tracen.

Las unidades de investigación detectivescas, asignadas a cada cuartel, se repartirán entre las tres áreas de cada cuartel. Por ejemplo, si hubiese 30 detectives asignados a un cuartel, se asignarán 10 a cada área de patrullaje. Según se alcance la meta de reducir el número de delitos mensuales en cada área a 28.83 o menos por mes, los 10 detectives recibirían un 30%, 20%, 10% o 5% de bonificación de su salario mensual. No se deben trazar metas para los detectives a base del número de casos esclarecidos para evitar el que se caiga en la tentación de esclarecer casos a base de evidencia falsa. Los casos en que se encuentre que un detective o policía ha producido evidencia falsa deberán contarse como un delito doble para el área de patrullaje de ese detective o policía y deberá expulsarse obligatoriamente ha dicho detective o policía del cuerpo policial. El grupo de detectives deberá purgarse una vez al mes en caso de que no se cumpla con las metas de productividad para su área de trabajo. En la votación para purgar a los detectives sólo deben participar los 10 detectives asignados a un área del cuartel. En los miembros del grupo de los detectives debe estar el técnico de huellas digitales y cualquier otro técnico de investigación.

Para poder realizar la labor anterior es necesario desarrollar una unidad de registro de estadísticas de delitos que opere de forma independiente de los cuarteles de la policía. Lo ideal sería que se estableciera un solo número de teléfono para que los ciudadanos llamen para reportar un delito. Ese número de teléfono correspondería a un departamento central que registrará la querella y se la pasará de inmediato al cuartel al que pertenezca para su inmediata atención. En cada cuartel habría un funcionario de este departamento de registro de querellas que le asignará la querella a los oficiales de turno y se encargará de completar el registro de esta querella a partir de los reportes escritos que hagan los policías y/o los detectives que la investiguen. Este oficial tendrá facultad para verificar la veracidad de los reportes escritos que se haga. Este oficial sólo responderá a los oficiales del departamento central de registro de querellas y no a ningún otro oficial dentro y fuera del cuartel donde trabaja. Su trabajo será supervisado por los oficiales en dicho departamento y sus registros estadísticos deberán ser cotejados con los del departamento. Dichos oficiales deben ser trasladados de un cuartel a otro mensualmente para evitar que sean presionados para falsificar los datos.

Es de esperarse que la estrategia que se acaba de describir aumente la productividad del trabajo en la Policía Nacional a la vez que genere la instalación de los valores de la sociedad en la psiquis de los individuos que componen el cuerpo policial. En la medida en que las personas que exhiban conductas indeseadas que afecten la productividad del grupo reciban el rechazo del grupo, se estarían instalando valores en la psiquis de los individuos que corresponden a dichas conductas. Por ejemplo, es de esperarse que el grupo rechace la conducta deshonesta, la conducta mentirosa, la conducta irresponsable, la conducta poco ética o profesional, la conducta de no ser puntual, la conducta de ser vago, la conducta de no ser recto, etc..

 

2.7 Estrategia para aumentar la productividad de la judicatura

En el caso de los tribunales la depuración del personal con el doble propósito de aumentar la productividad e instalar valores sociales en la psiquis de los individuos es relativamente más fácil de implementar. Cada decisión que tome un juez podría ser apelada a un tribunal de mayor instancia llamado Tribunal de Apelaciones. Si la apelación es declarada con lugar por el Tribunal de Apelaciones el juez puede aceptar el fallo adverso, en cuyo caso se le anotaría en su historial un fallo adverso. Si la otra parte perjudicada por el fallo adverso decide apelar al Tribunal Supremo y el Tribunal Supremo confirma el fallo adverso, al juez sólo se le anota en su historial un solo fallo adverso y no dos. Si el supremo revoca el fallo adverso, al juez no se le anotaría ningún fallo adverso. Si la parte afectada por el fallo adverso decide no apelar al Tribunal Supremo, el juez revocado tendría derecho a solicitar que el Tribunal Supremo revise el caso. Si el supremo confirma el fallo adverso al juez, podría anotársele en su historial dos fallos adversos en vez de uno. El que se le anote un segundo fallo adverso al juez sería una decisión discrecional del Tribunal Supremo, si juzga que la solicitud de revisión por parte del juez no tenía mérito alguno. Esto se haría así para evitar que solicitudes de revisión que no tengan méritos por parte de los jueces con fallos adversos sobrecarguen el trabajo del Tribunal Supremo. El juez que acumule más de 5 decisiones revocadas en un lapso de 5 años sería obligatoriamente destituido y sustituido por otro.

En el caso del Tribunal de Apelaciones la depuración se haría del siguiente modo. Si él Tribunal Supremo dictaminara un fallo favorable al juez, cuando el Tribunal Apelativo determinó previamente un fallo adverso o si él Tribunal Supremo determina un fallo adverso al juez cuando el Tribunal Apelativo determinó un fallo favorable, se le anota una decisión equivocada al Tribunal Apelativo. Cuando el Tribunal Apelativo acumule tres fallos adversos por parte del Tribunal Supremo, tendrá que expulsar a uno de sus miembros y sustituirlo por otro nuevo juez.

En el caso del Tribunal Supremo la depuración se haría del siguiente modo. Las decisiones del Tribunal Supremo podrían ser apeladas a algún Tribunal Internacional establecido para dicho propósito. Si el Tribunal Internacional arroja un fallo adverso al Tribunal Supremo, la decisión del Tribunal Supremo prevalecería porque es soberano, pero acumulará un fallo adverso. Después de tres fallos adversos él Tribunal Supremo deberá expulsar a uno de sus miembros y sustituirlo por otro nuevo juez.

Con el tiempo estas medidas irían, no solamente depurando el personal con respecto a sus miembros más aptos, aumentando así la productividad, sino que también irían instalando los valores de la objetividad, la imparcialidad, la equidad, la justicia, la honestidad, y la transparencia en la psiquis tanto de los jueces que son retenidos como de los que salen y generando con ello las actitudes hacia el trabajo que propician un mayor grado de eficiencia en el sistema de justicia criminal.

 

2.8 Estrategia para aumentar la productividad en el sistema educativo

En el caso del sistema educativo la depuración del personal con el doble propósito de aumentar la productividad e instalar valores sociales en la psiquis de los individuos se puede realizar del siguiente modo. En primer lugar, se organizan las escuelas en grupos de 5 a 10 escuelas. Idealmente deben estar lo más cerca que se pueda unas de otras y atender poblaciones con similares características socioeconómicas. En segundo lugar, se evaluarían los estudiantes mediante pruebas para determinar el nivel de habilidad general de cada estudiante y formar grupos escolares según los niveles de habilidad general de los estudiantes. Por ejemplo, a los estudiantes de noveno grado se les puede clasificar en tres grupos de habilidad general 9.1 habilidad baja 9.2 habilidad media y 9.3 habilidad alta. Si el número de estudiantes de habilidad media fuera grande como para hacer 3 grupos se podrían hacer esas clasificaciones identificándolas como 9.2.1, 9.2.2, y 9.2.3. El mismo razonamiento aplicaría en el caso de los grupos 9.1 y 9.3. En tercer lugar, para cada asignatura se definirían objetivos o metas de productividad correspondientes a cada nivel de habilidad general. Es decir, se determinarían para cada asignatura el conocimiento que se pretende que domine el estudiante que tomar dicha asignatura, correspondiente a cada nivel de habilidad general. Se prepara un examen final para cada asignatura. El profesor de dicha asignatura tendría la libertad de preparar los exámenes parciales que estime necesarios sobre la asignatura que enseña y puede evaluar sus estudiantes sobre la base de dichos exámenes parciales. Pero el examen final sería sobre todo el material que se espera haya aprendido el estudiante en la asignatura, para el nivel de habilidad general al que pertenezca, y él mismo sería preparado por el departamento de educación. Dicho examen pretenderá medir el conocimiento adquirido por cada estudiante en comparación con el conocimiento mínimo que sobre esa materia se supone tenga al finalizar el curso y que se ha fijado como meta y objetivo de productividad a alcanzarse para la asignatura en cada nivel de habilidad general.

Se pueden fijar metas u objetivos alcanzar. Por ejemplo, si en el grupo de 5 a 10 escuelas que forman el grupo de trabajo, él 100% de los estudiantes del curso de historia nacional para los tres niveles de habilidad general alcanza o sobrepasan la puntuación mínima que se ha fijado como meta para cada nivel de habilidad general, los profesores de historia en dichos grupos de 5 a 10 escuelas recibirían una bonificación de 30% de su salario mensual. Si sólo alcanzan dicha puntuación el 75% o el 50% o el 25% de los estudiantes, los profesores de historia nacional en dichos grupos de escuelas recibirían una bonificación de 20% o 10% o 5% correspondientemente. En adición, cuando no se logre que él 100% de los estudiantes alcancen la puntuación mínima en el examen final que se haya fijado como meta, por reglamento, habría depuración del personal. En tal caso los profesores de historia nacional que imparten la materia en la institución tendrían que purgarse.

Tendrían que reunirse, evaluar el trabajo de cada cual según lo puntuación que saquen sus estudiantes y expulsar uno o más profesores dependiendo del número de profesores en el grupo ofreciendo la misma asignatura en el grupo de 5 a 10 escuelas. Lo típico sería purgar el 10% del personal trimestral o semestral. Es decir, de cada 10 profesores se expulsaría 1. Si se tratara de 20 profesores de historia en las 5 a 10 escuelas, se expulsarían 2. Lo mismo se haría para todas las demás asignaturas. En cada asignatura los profesores que no cumplan con las metas u objetivos determinados serían purgados trimestral o semestralmente. Los principales escuelas serían purgados anualmente y los demás funcionarios de mayor jerarquía en el Departamento de Educación cada cuatro años. El director del Departamento de Educación sería nombrado por la autoridad gubernamental que le corresponda y sólo podría ser removido por dicha autoridad.

Los profesores que fueran purgados se les daría una segunda y tercera oportunidad en otra escuela que pertenezca a su grupo de escuela- o municipio en el que sirve. En la segunda y tercera ocasión se procuraría asignarles grupos que hayan pasado los exámenes finales y hayan cumplido con las metas de aprovechamiento académico en un 100% para cualquiera de los tres niveles de habilidad general. Los profesores que son purgados por el grupo en tres ocasiones, se le despediría del sistema educativo.

 

2.9 Estrategia para aumentar la productividad en las agencias gubernamentales que prestan servicios: por ejemplo, el Departamento de Hacienda

En primer lugar, se define el producto que se brinda al público y la forma de medirlo objetivamente. En segundo lugar, se establecen las metas u objetivos de productividad a alcanzarse. En tercer lugar, se divide el personal en grupos de trabajo con la tarea de alcanzar determinada meta u objetivo de producción. En cuarto lugar, se determinan las bonificaciones sobre el salario que tendría el grupo de cumplir con el 100%, el 75%, el 50%, el 25% de las metas u objetivos de productividad y se determinan los períodos o lapsos de tiempo entre los cuales debe purgarse o depurarse el personal que no cumpla con el 100% de las metas u objetivos determinados.

Por ejemplo, tomemos el caso del Departamento de Hacienda. Se pueden dividir los inspectores de hacienda en grupos de 10 a los que se les asignen determinadas metas u objetivos de productividad en términos de detectar e identificar determinado número de evasores o de evasiones contributivas. Las evasiones deberán ser mayores de determinada magnitud de dinero para que sean contadas como puntos para alcanzar las metas u objetivos de productividad determinados para el grupo. Si se alcanza el 100% de la meta u objetivo el grupo recibiría una bonificación del 50% de su salario. Si sólo se alcanza el 75% o el 50% o el 25% de la meta, las bonificaciones serían de 40% o 30% o 20% del salario mensual respectivamente.

El periodo en que debe depurarse o purgarse el personal dependería del periodo de tiempo necesario para que la labor del grupo pueda ser evaluada con precisión. En cambio, los inspectores a cargo de examinar las planillas de impuestos sobre la renta deberán purgarse anualmente. El inspector expulsado de un grupo se le da una segunda y tercera oportunidad trasladándosele a otro grupo. Después de tres oportunidades se le despide de la agencia.

Cuando un inspector sea sorprendido aceptando soborno o ejerciendo alguna acción encubridora con respecto a un contribuyente, por reglamento deberá ser expulsado inmediatamente sin derecho a ser reinstalado en otro grupo para una segunda y tercera oportunidad. Además, su falta, por reglamento, costará al grupo la pérdida de toda bonificación por un periodo de tres meses o más a discreción de la dirección de la agencia. Este castigo sobre el grupo por la falta en que incurra uno de sus miembros los incentiva a velar, no solamente por la conducta propia, sino por la de sus compañeros, manteniendo así el influjo del grupo sobre la instalación de valores en la psiquis de los individuos, que es uno de los objetivos de la estrategia, aparte del objetivo de aumentar la productividad.

 

2.10 Resistencia que tendría el establecimiento de los incentivos a la productividad

Los incentivos económicos que se presentan en esta propuesta para acercar al funcionario público al cumplimiento de su deber son algo nuevo. Sin embargo, los incentivos económicos para alejar al funcionario público del cumplimiento de su deber no son nuevos. Estos han existido siempre. El macuteo, la mordida, etc. son los nombres con que se designan los incentivos a la corrupción. Es de esperarse que aquellos funcionarios públicos que derivan grandes beneficios de estos incentivos a la corrupción, se opongan al establecimiento de los incentivos para fomentar el cumplimiento del deber y la instalación de los valores en la psiquis de los individuos. Por tal razón, el establecimiento de los incentivos económicos al cumplimiento de los deberes, debe ir acompañado de legislación convirtiendo en delito sujeto a prisión, tanto el soborno a un funcionario público, como la aceptación del soborno por un funcionario público, como la solicitud y aceptación de dinero por parte del funcionario público hacia un ciudadano.

De esta forma podrá establecerse la institucionalidad en el país y, por consiguiente, establecerse el Estado regulador y garantizador del cumplimiento de las reglas del juego y de las leyes y el orden que hacen posible la asistencia de un mercado de libre empresa.

 

2.11 Factores de alta productividad de la empresa privada incorporados en la empresa pública

Es de conocimiento común el que la empresa privada funciona con un nivel de eficiencia y productividad muy superior a la empresa pública en el gobierno. La razón para ello es patente. En la empresa privada todo trabajo ineficiente le duele en el bolsillo a alguien y ese alguien tiene por lo regular la capacidad de despedir a la persona cuyo trabajo es ineficiente. En consecuencia, es casi seguro que lo hará. En la empresa pública, todo trabajo ineficiente no le duele en el bolsillo a nadie. Es decir, no hay alguien a quien le duela en el bolsillo el trabajo ineficiente de sus subalternos y, además, ese alguien no tiene por lo regular la capacidad para despedir a la persona ineficiente. Por otro lado, no es deseable que el jefe en la empresa gubernamental tenga la facultad de despedir a sus empleados ya que esto se prestaría para la arbitrariedad y la injusticia.

En la empresa privada si el jefe despide o castiga al empleado eficiente y retiene y recompensa al ineficiente, sufrirá las consecuencias en donde más le duele que es en su bolsillo. Es por eso que cuando hay un verdadero sistema de competencia entre empresas, el empresario tratará de reconocer y retener el trabajo del empleado eficiente y de rechazar y despedir al ineficiente. En la empresa gubernamental y en los sistemas privados pero altamente burocráticos, puesto que a nadie le duele en el bolsillo la ineficiencia de otros, prevalecen el amiguismo y el padrinaje como elementos a tomar en consideración por encima de la eficiencia en cuanto a la selección y retención del personal se refiere. Por esa misma razón no resultar práctico el que el jefe en los sistemas públicos o privados pero altamente burocráticos, tenga la facultad de despedir a los empleados ya que se prestaría para cometer injusticias. No obstante, como consecuencia de esta situación, cuando el empleado público alcanza la permanencia resulta una persona inamovible, no importa cuán pésima sea la labor que realice. Esto genera la improductividad que se observa en las empresas públicas. Tanto es así, que cuando un empleado permanente e inamovible no cumple con su deber y causa problemas en el funcionamiento de una dependencia institucional, suele ocurrir con alguna frecuencia que sus jefes le dan una patada hacia arriba. Esto es, lo ascienden de puesto para así enviarlo a otro lugar y así salir de él. Puesto que no le duele en el bolsillo a nadie, de esta forma se premia al empleado ineficiente y se mantiene castigado (sin ascender) al eficiente.

Para hacer la empresa pública tan eficiente como la privada sería necesario crear dos condiciones. En primer lugar, hacer que todo trabajo ineficiente en la empresa pública le duela en el bolsillo alguien. En segundo lugar, que ese alguien a quien le duele en el bolsillo la ineficiencia de su colega o subalterno, tenga la facultad de despedirlo. ¿Cómo se puede lograr esto? No se ha planteado nunca una respuesta a este interrogante. En el modelo de organización de la empresa gubernamental que se ha presentado en las secciones anteriores se elaboró una respuesta a esa pregunta.

 

III CAUSAS DEL SUBDESARROLLO: LA BAJA PRODUCTIVIDAD EN LA EMPRESA PRIVADA

 

3.1 La baja productividad de la empresa privada en los países subdesarrollados

Como se señaló al comienzo de este escrito el subdesarrollo se debe a una baja productividad. Esto ocurre, tanto en las empresas y agencias públicas como en las privadas. Hemos discutido ampliamente las razones de esta baja productividad en las agencias o instituciones públicas. En esta sección se discutirán las razones de esta baja productividad en las empresas privadas.

Al igual que en el caso de las instituciones gubernamentales, la baja productividad de la empresa privada en los países subdesarrollados tiene sus causas en factores concatenartemente relacionados. Por un lado, la escala de producción en los distintos mercados es baja. Esto se debe a que el tamaño del mercado que tiene que atender cada empresa es pequeño. Como consecuencia, la tecnología que puede utilizar la empresa para producir no es la más eficiente debido a la escala de producción. Por otro lado, la escala de producción en los distintos mercados es baja porque la demanda agregada es baja y, en consecuencia, la demanda en los distintos mercados de bienes es baja. La demanda agregada y, en consecuencia, la demanda de los mercados es baja por dos razones. Por un lado los salarios reales de los trabajadores son bajos, por lo que no puede haber una gran demanda de bienes y, por otro lado, el nivel de inversión de las empresas es bajo, por lo que no puede haber una gran demanda de bienes de capital. La baja demanda de bienes de capital por parte de los empresarios produce atesoramiento de dinero (una parte del dinero en la circulación de la renta deja de circular) debido a que una parte del ahorro al no invertirse, queda atesorado.

Gráfica I

Para que el salario real bajo no produzcan una demanda agregada baja, los empresarios tendrían que aumentar sus gastos en inversión en la misma proporción en que el salario real de los trabajadores se reduce. La teoría económica clásica y la neoclásica suponen que no importa en manos de quién esté el ingreso nacional, el mismo se gastará. En consecuencia, los salarios pueden ser bajos porque el exceso de ingreso en manos de los empresarios hallará salida en el mercado de capitales por medio de la determinación de la tasa de interés que es el precio del ahorro o el capital, según se ilustra en la Gráfica I. La oferta de ahorro y la demanda de ahorro determinan la tasa de interés en la que se despeja el mercado de capital y se determina con ello el nivel de inversión. Este nivel de inversión que corresponde a la tasa de interés de equilibrio es aquel donde se despeja el mercado de capital, es decir, aquel nivel de inversión que es igual al ahorro social que se haya generado. Por consiguiente, de acuerdo con estas teorías clásica y neoclásica, los salarios reales pueden ser bajos y, por consiguiente, la distribución del ingreso puede ser desigual y estar concentrado en los ricos empresarios, porque dicho ahorro siempre hallará salida y se gastará en bienes de inversión.

La teoría keynesiana señala que esto no es así. Señala que la teoría clásica y neoclásica están erradas y que lo que determina la tasa de interés es el precio del dinero y no el precio del capital. Para ello Keynes tiene que crear el concepto de una demanda de dinero como función de la tasa interés. En consecuencia, según Keynes es la oferta de dinero y la demanda de dinero en el mercado de dinero, y no en el mercado de capitales, lo que determina la tasa interés. A esta tasa de interés señala Keynes es posible que la inversión en el mercado de capitales sea insuficiente para gastar el ahorro social, por lo cual sobreviene la reducción en la demanda agregada y, en consecuencia, en el nivel de producción por debajo del pleno empleo. Keynes pone el ahorro social a depender principalmente, no de la tasa de interés, sino de la propensión marginal a consumir de la sociedad y pone la inversión a depender de la tasa de interés determinada en el mercado de dinero. Por consiguiente, el nivel de ahorro de la sociedad no tiene que coincidir con el nivel de inversión de las empresas a la tasa de interés de equilibrio en el mercado de dinero.

John R. Hicks corrigió esta aseveración de Keynes en un artículo famoso titulado “Mr. Keynes and the classics” donde establece que la determinación de la tasa interés se hace simultáneamente tanto el mercado de dinero, como en el de capitales. Esto dio margen a la aparición del modelo neo-keynesiano de la IS y la LM que hoy día es el estándar de la teoría macroeconómica que se enseña en las instituciones universitarias. En este modelo la curva LM representa el locus de puntos de equilibrio en el mercado de dinero y la curva IS el locus de puntos de equilibrio en el mercado de bienes o capitales. La tasa de interés de equilibrio es aquella que satisface simultáneamente el mercado de dinero y el de bienes o capitales. A lo largo de los años la política económica basada en el modelo keynesiano y neo-keynesiano para conjurar el problema de la deficiencia en la demanda agregada, ha estado basada en el gasto gubernamental.

Keynes recomienda la intervención del gobierno para que invierta y de esa manera compense por la deficiencia de la inversión en el sector privado. No obstante, la teoría keynesiana no tiene aplicación en los países subdesarrollados por la siguiente razón. En los países subdesarrollados la recomendación keynesiana de aumentar el gasto del gobierno para contrarrestar la deficiencia en la inversión de las empresas en el sector privado con respecto al ahorro social, no produce el resultado deseado porque los ricos no pagan impuestos progresivos sobre la renta, ya que los evaden ilegalmente con total impunidad. En consecuencia, la inversión del gobierno basada en el pago de impuestos regresivos al consumo por parte de los pobres no compensa la deficiencia en la inversión de las empresas con respecto al ahorro social. En estos países sólo los pobres pagan contribuciones regresivas en el consumo que no se pueden evadir y, en consecuencia, la inversión del gobierno sólo compensa la reducción en el consumo de los pobres exactamente por el monto de los impuestos regresivos al consumo y no la deficiencia de la inversión en las empresas con relación al ahorro social generado. Dicha deficiencia en la inversión privada queda intacta, no importa la expansión del gasto que haga el gobierno, ya que el aumento en la inversión del gobierno es igual a la reducción en el consumo que se le quitó a los pobres a través del impuesto al consumo. Para ser más exacto, la inversión del gobierno es menor que el impuesto regresivo al consumo cobrado a los pobres, dado que, como se sabe, una parte de ese impuesto cobrado no se entrega al fisco y es retenido o, más exactamente, robado por las empresas inescrupulosas las cuales como sabemos no lo invertirán, haciendo que la demanda agregada se reduzca más aún. Este robo impune del impuesto regresivo al consumo de los pobres obliga al gobierno a aumentar más aún la tasa impositiva al consumo, lo cual vuelve a reducir nuevamente la demanda agregada vía el robo del impuestos al consumo que se retira de la corriente circular de la renta al no invertirse por los que se lo roban.

Vemos, pues, que las recomendaciones del modelo keynesiano y neo-keynesiano, en el sentido de expandir la demanda agregada a través del aumento en el gasto gubernamental para mantener la economía funcionando a pleno empleo, no tiene aplicación en los países subdesarrollados. Por un lado, las políticas monetarias tendientes a expandir la oferta de dinero y a bajar la tasa interés mediante el desplazamiento de la curva LM hacia la derecha, no producen ningún resultado sobre la inversión de las empresas. Esto se debe a que sus expectativas sobre la demanda agregada son muy pesimistas como consecuencia de que los salarios reales tan bajos no dan poder de compra a los consumidores. Aparte de los salarios bajos, los impuestos al consumo de esos asalariados reducen más aún su poder de compra, razón por la cual las expectativas de las empresas sobre la demanda agregada son pésimas y no invierten aunque la tasa de interés baje. Por consiguiente, se trata de una situación de depresión constante.

Grafica II

Si se fuera a interpretar lo que pasa en los países subdesarrollados desde la perspectiva del modelo neo-keynesiano, se podría decir lo siguiente. Las economías en los países subdesarrollados se encuentran en una situación de depresión perpetua donde la curva IS se halla muy a la izquierda, interceptando la curva LM en su tramo elástico, según se ilustra en la Gráfica II con la fusión IS1 y LM1. Por consiguiente, la expansión de la oferta monetaria ejemplificada en la función LM2 de la Gráfica II no logra producir cambio en el nivel de producción de equilibrio Yo. En consecuencia, no importa cuánto se intente bajar la tasa interés, la inversión no aumentará y, por lo tanto, la demanda agregada tampoco. La economía se encuentra en una especie de situación de trampa por la liquidez perpetua donde las políticas monetarias no dan resultados y donde la curva LM no es capaz de explicar con precisión lo que pasa en el llamado mercado de dinero con la tasa de interés.

Además ocurre que la política fiscal que recomienda el modelo neo-keynesiano para salir del estancamiento tampoco da resultados, porque el gasto del gobierno no tiene la capacidad de desplazar la curva IS hacia la derecha en la Gráfica II tal y como se predice en dicho modelo que debe ocurrir. Esto es así, debido a que el sistema impositivo a los países subdesarrollados, como tantas otras instituciones, no funciona y, en consecuencia, los ricos no pagan impuestos progresivos sobre la renta. Por consiguiente, los aumentos en el gasto del gobierno financiados con impuestos regresivos al consumo de los pobres quedan cancelados exactamente por el monto de la reducción en el consumo de los pobres, permaneciendo la curva IS sin desplazarse. Peor aún, si consideramos que una parte de los impuestos regresivos al consumo de los pobres son robados por empresas inescrupulosas, que tampoco pagan el impuesto progresivo sobre la renta, hay que concluir que el aumento en el gasto del gobierno financiado con impuestos indirectos no es neutral con respecto al nivel de la demanda agregada y de la curva IS, sino que, por el contrario, desplazan la curva IS hacia la izquierda, reduciendo más aún el nivel de producción y empleo y deprimiendo más la economía, según ilustra el nivel de producción de equilibrio Y1 en la curva IS2. De acuerdo con el Director de Impuestos de la República Dominicana el 43% del ITEBIS es robado por las empresas que no lo entregan al gobierno. Si esto es así, el aumento en el gasto del gobierno financiado con impuestos indirectos tiene el efecto de contraer la demanda agregada en vez de aumentarla.

El hecho de que las recomendaciones de política fiscal del modelo neo keynesiano no fusionen en los países subdesarrollados, sólo puede querer decir una cosa. La teoría general de Keynes no es una teoría general como se presume, ya que no puede explicar ni predecir las economías en los países subdesarrollados. Por consiguiente, es una teoría incompleta y como tal, errada como lo eran las teorías clásica y neoclásica que él criticó. La razón para ello es que la presunción de una propensión marginal a consumir de la sociedad como hipótesis fundamental del modelo keynesiano es incorrecta. Es esta presunción la que está implícitamente presente en la curva IS. Por consiguiente, cuando se parte de esa premisa, cualquier aumento en el gasto del gobierno debe producir un desplazamiento de la curva IS hacia la derecha, vía el llamado efecto multiplicador. Esta premisa que se establece en el modelo keynesiano como aproximación a la realidad no es exacta. Los aumentos en el gasto del gobierno financiados con aumentos en impuestos regresivos al consumo, se aplican sobre personas con una propensión marginal a consumir igual a 1. Por consiguiente, la presunción de una propensión marginal a consumir de la sociedad por debajo de 1 más o menos constante es incorrecta. Podría ser una aproximación no muy exacta de la realidad en los países desarrollados donde el salario de al menos un sector de los trabajadores está muy por encima del salario de supervivencia y, en consecuencia, existe en ellos la capacidad para ahorrar y, además, existe un impuesto progresivo sobre la renta que es difícil de evadir y que se usa, tanto para financiar la inversión y el gasto del gobierno, como para hacer beneficencia pública, aumentando más aún el ingreso de los trabajadores. No obstante, esta aproximación no muy exacta de la realidad sobre la que se determina el consumo en los países desarrollados está muy alejada de la realidad en los países subdesarrollados. Una presunción más exacta sobre lo que determina el consumo en la sociedad, tanto en países desarrollados como subdesarrollados, se presenta en La Teoría de la Distribución Óptima de Ingreso.

El modelo de La Teoría de la Distribución Óptima de Ingreso sustituye la hipótesis de la propensión marginal a consumir de la sociedad por el de una función donde el consumo depende, no solamente del ingreso, sino de las necesidades. Esta hipótesis permite hacer la demanda agregada una función del salario real de los trabajadores y, por consiguiente, de la distribución del ingreso. En consecuencia, el nivel de producción y empleo y, por ende, el desarrollo económico, dependen del salario real o distribución del ingreso. Este modelo permite explicar, no solamente lo que pasa en los países desarrollados con las nuevas tendencias políticas conservadoras de reducción en los impuestos progresivos y la situación de recesión en que se encuentran dichos países, sino lo que pasa en los países subdesarrollados con una situación de depresión económica perpetua. Esta teoría se encuentra en un libro inédito titulado Hacia una Reformulación de la Economía Contemporánea: la Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso. El mismo puede ser bajado gratuitamente del INTERNET en la dirección URL siguiente: www.walter-bruckman.com Un resumen del libro se puede ver en el Apéndice B: Resumen de la Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso.

La Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso (DOI) señala que tanto la teoría neoclásica como la keynesiana están erradas. Postula la existencia de un salario real óptimo y, por consiguiente, un nivel de distribución del ingreso óptimo. La demanda agregada está por debajo de la correspondiente al pleno empleo porque el salario real está por debajo del salario real óptimo y no es cierto la presunción neoclásica de que no importa en manos de quién esté el ingreso, éste siempre se gastará. Según la teoría de la DOI el consumo depende de las necesidades de los individuos y no meramente de su ingreso. En consecuencia, si los salarios reales son bajos y el consumo de bienes de los empresarios conjuntamente con su inversión no puede compensar la deficiencia en el consumo de los trabajadores, la demanda agregada disminuirá por debajo del pleno empleo. Sólo cuando los empresarios encuentran en que invertir el ahorro excesivo, la demanda agregada no disminuirá a pesar de un salario real bajo. Pero dado que la inversión depende del nivel de la demanda agregada y de los cambios tecnológicos, el aumento en la inversión no se da cuando los salarios reales son bajos, debido a que las expectativas de ganancia de los empresarios son bajas cuando la demanda agregada es baja. Por consiguiente, no importa cuánto se baje la tasa interés la inversión es deficiente.

Hay una circunstancia bajo la cual se puede esperar que esto no ocurra así y es cuando ocurren cambios tecnológicos y las empresas tienen que pagar impuestos progresivos sobre la renta. Esto es exactamente lo que pasa en los países desarrollados donde los adelantos tecnológicos se suscitan cada vez con más frecuencia y donde las empresas pagan impuestos progresivos sobre la renta que no pueden evadir como en los países subdesarrollados. En los países desarrollados las empresas se ven estimuladas a invertir cuando surge una tecnología nueva ya que pueden deducir dicha inversión de los impuestos a pagar y es muy difícil la evasión de impuestos. En estos países pueden ocurrir disminuciones en el salario real sin que la demanda agregada disminuya, debido a que los cambios tecnológicos y los impuestos altos y progresivos sobre la renta estimularán la economía por el lado de la oferta agregada al hacer que los empresarios aumenten la inversión. Si los cambios tecnológicos se dan, pero las empresas no pagan impuestos sobre la renta, como pasa a los países subdesarrollados, no invertirán sus ganancias excesivas y su ahorro porque preferirán esperar a que se deprecie el capital con la tecnología anterior. (Para una discusión más detallada sobre las diferencias entre estos tres modelos teóricos ver La Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso, capítulo 14, en especial la sección 14.6 Las Causas del Equilibrio con Desempleo, Según la Teoría keynesiana y Según la Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso, op. Cit. Pág. 165. Un resumen del libro se puede ver en el Apéndice B: Resumen de la Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso).

 

3.2 Causas de los salarios reales bajos

Tanto los salarios reales bajos, como el nivel inversión, tienen su origen en las actitudes de los individuos. El bajo salario real tiene su origen en las actitudes de los empresarios. Por un lado existe la actitud de no competir y, en consecuencia, cargar al consumidor el precio máximo que éste pueda aguantar. (Sobre este particular ver capítulos 3, 4, 5 y 6 de La Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso op. cit.. Un resumen de la susodicha discusión se puede ver en el Apéndice B: Resumen de la Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso). El salario real depende del nivel de los precios. Precios altos implican salarios reales bajos. (Sobre este particular ver capítulos 8, 9, 10 y 11 del libro La Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso, op. cit.. Un resumen de la susodicha discusión se puede ver en el Apéndice B: Resumen de la Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso). Por otro lado, en cuanto al salario nominal que se le paga al trabajador, existe la actitud de que sea el más pequeño posible para poder sobrevivir. Esto es, aquel que apenas da para comer una vez al día. Nuevamente la corrupción en las instituciones del Estado a cargo de velar por los derechos de los trabajadores permite que las empresas puedan mantener una política de salarios de hambre. Obsérvese además, que la presunción de una propensión marginal a consumir inferior a la unida no es cierta para quizás más del 80% de la población en los países subdesarrollados. Es sobre esta presunción como aproximación de la realidad que Keynes elabora sus conclusiones.

Para mantener esta política de bajos salarios las empresas en los países subdesarrollados se valen de la teoría económica neoclásica que les sirve como ideología. Cuando se habla de legislación para aumentar el salario mínimo lo primero que menciona los empresarios es que la productividad del trabajador es muy baja y cualquier aumento en el salario implica reducción de la producción y el desempleo. Esto es totalmente falso ya que la ley del producto marginal decreciente del trabajo en el que se basa esta conclusión es un error (una discusión detallada de este error teórico se puede ver en el capítulo 3 “Errores de la teoría microeconómica contemporánea” en La Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso, op. cit.. Un resumen de la teoría se puede ver en el Apéndice B: Resumen de la Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso). Se puede demostrar que los salarios de hambre en los países subdesarrollados no tienen que ver con la productividad marginal del trabajo, sino con la capacidad de regateo de las empresas versus las uniones obreras en la mesa de negociaciones. A diferencia de los países desarrollados, en los países subdesarrollados la falta de Estado o institucionalidad impide que los trabajadores puedan ejercer efectiva y eficientemente su derecho a organizarse y reclamar mejores salarios. Las empresas logran que el gobierno y los tribunales le rompa las huelgas, lo cual le permite mantener unos salarios de miseria que apenas alcanzan para hacer una sola comida al día.

Los salarios bajos producen una baja demanda agregada y un consecuente nivel de producción y empleo bajo. Por consiguiente, la escala de producción de las empresas será baja y su productividad y tecnología utilizada estará atada a esta escala de producción baja. (Sobre la forma en que el nivel de salarios determina el nivel de desarrollo económico ver capítulo 8 de La Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso, en especial la sección 8.3.1 “Relación de las necesidades, los precios y la distribución óptima del ingreso con la demanda agregada”, op. cit.. Un resumen de la teoría se puede ver en el Apéndice B: Resumen de la Teoría de la Distribución Óptima del Ingreso).

En los países desarrollados, además del salario real, los trabajadores reciben como ingreso la ayuda de la beneficencia pública. El seguro social, las pensiones, el beneficio por desempleo, etc.. Mientras más efectivo es el cobro de los impuestos progresivos sobre la renta, mayor es la redistribución del ingreso hacia los trabajadores y mayor la demanda agregada. En los países subdesarrollados esta redistribución del ingreso vía el impuesto progresivo sobre la renta no se puede dar debido a la corrupción. La redistribución del ingreso a través de los programas beneficencia pública, que funciona en los países desarrollados, no funciona en los subdesarrollados porque el sistema impositivo no funciona y los ricos no pagan el impuesto progresivo sobre la renta. En consecuencia, a diferencia de los países desarrollados, en los subdesarrollados el bajo ingreso del trabajador no es compensado con ayudas del gobierno por lo cual se mantiene la demanda agregada baja. Por otro lado, la inversión privada no compensa la reducción en el consumo de los trabajadores ya que las expectativas de inversión en una economía con una demanda agregada baja es también baja, no importa cuan baja sea la tasa de interés. Si se fuera a utilizar el modelo neo-keynesiano para describir lo que pasa en los países subdesarrollados, se podría decir que se encuentran en un estado de trampa por liquides perpetuo debido a unas expectativas muy pobre sobre la demanda agregada que no los incita a invertir aunque la tasa de interés sea baja. La inversión del gobierno no compensa por la deficiencia en la inversión privada debido a la misma causa de que el sistema impositivo no funciona y los ricos no paga impuestos sobre la renta. De esta manera, los pobres, con una propensión marginal a consumir de 1, terminan pagando las carreteras y los puentes que usan los ricos para mover sus mercancías y hacer sus negocios, ya que éstos, con una propensión marginal a consumir menor que 1, se resisten a pagar sus impuestos progresivos sobre la renta.

 

3.3 Causas de los niveles de inversión bajos

Como ya se señalara, aparte de los salarios bajos, la otra razón por la cual la demanda de bienes es baja es por el bajo nivel inversión, lo cual también tienen su origen en las actitudes de los individuos. El bajo nivel inversión tiene su origen en un sistema impositivo que no fomenta la inversión debido a la corrupción. La corrupción en el sistema impositivo o falta de institucionalidad, se debe a un problema de actitudes y el problema de actitudes se debe a que los valores básicos de la sociedad no están instalados en la psiquis de los individuos.

Los aumentos en la productividad están asociados a los cambios en la tecnología de producción de las empresas. Los cambios en la tecnología de producción de las empresas están asociados a la escala de la producción de las empresas y al sistema impositivo.

En los países desarrollados los cambios tecnológicos se suscitan a un ritmo cada vez más acelerado, no dando margen para que la depreciación del capital sobre la tecnología anterior se agote. En consecuencia, las empresas se ven ante la disyuntiva de tener que invertir en tecnologías, que si bien son más eficientes y productivas, implican tener que botar, desechar el acervo de capital sobre la tecnología anterior al cual quizás todavía le queden 20 o 30 años de vida útil. La tentación de las empresas es esperar 20 o 30 años hasta que se haya depreciado el capital con la tecnología anterior para entonces remplazarlo con la nueva tecnología. Si lo hicieran así, el desarrollo económico sería mucho más lento y el ritmo de los cambios en los adelantos tecnológicos se reduciría grandemente. En los países subdesarrollados esto es lo que ocurre, pero en los países desarrollados lo contrario es lo que ocurre.

La tendencia de los países desarrollados es a que las empresas renueven el capital con la nueva tecnología sin esperar a depreciar el acervo de capital de la tecnología anterior. Hay varias razones que explican esta diferencia en conductas. Lo primero es que las actitudes en los países desarrollados es la de competir. El que no tiene la actitud de competir queda eliminado por aquel que la tiene y que compite. En los países subdesarrollados esto no ocurre porque la falta de institucionalidad no le permite al que compite eliminar a la competencia. Más bien ocurre al revés. Por lo regular el empresario que no compite tiene la capacidad de eliminar al que compite mediante actuaciones ilegales que resultan impunes debido a la corrupción y a la falta de institucionalidad en las instituciones del gobierno. El que no compite se roba los impuestos al consumo y al valor añadido y no le pasa nada. Esto le permite producir a costos más bajos, mientras a su competencia se le obliga a pagar dichos impuestos. Las conecciones de la empresa que no compite con funcionarios corruptos le permite, no solamente no pagar los impuestos, sino obligar a su competencia a tener que pagarlos a menos que ésta no haga lo mismo y le pague soborno al funcionario corrupto también. El que no compite no paga impuestos sobre la renta, mientras a la competencia se le puede obligar a hacerlo. El que no compite se roba la electricidad y el agua y no le pasa nada, lo que le permite producir a costos más bajos, mientras al que compite se le puede obligar hacerlo. La única manera de sobrevivir es dejando de competir y hacer los mismo actos de corrupción que hace la competencia.

En los países desarrollados, si la empresa no renueva su acervo de capital con nueva tecnología, aquella otra empresa que lo haga y lo deduzca del pago de sus impuestos se le quedará eventualmente con el mercado al poder producir a precios más bajos. Debido a la presencia del Estado la empresa que no compite se le haría muy difícil evadir el pago de sus impuestos sobre la renta o evadir la entrega al fisco de los impuestos al consumo. Además, se le haría muy difícil robarse la electricidad y el agua impunemente sin ser castigado. Por consiguiente, en los países desarrollados el que no quiere competir por no querer perder la depreciación total de su acervo de capital con la tecnología anterior, termina sin mercado y, por consiguiente, termina perdiendo comoquiera el acervo de capital con la tecnología anterior que no quería perder. Carlos Marx describe magistralmente este proceso de destrucción del capital en los países desarrollados capitalista en su obra El Capital.

Como se puede apreciar, los factores que explican la baja productividad de las empresas en los países subdesarrollados son múltiples y son a su vez uno solo pues están concatenados. El impuesto sobre la renta en los países desarrollados es difícil de evadir, mientras a los países subdesarrollados se evade con total impunidad. Esto incita a las empresas en los países desarrollados a mantenerse invirtiendo las ganancias en nueva tecnología para evitar tener que pagar muchos impuestos. De esta manera a la vez que evitan el pago de impuestos, eliminan la competencia y expanden la escala de su mercado lo que le permite incorporar las próximas nuevas tecnologías basadas por lo regular en escalas de producción más grandes. Nuevamente vemos como la existencia del Estado y la institucionalidad en los países desarrollados permite la existencia de un mercado de competencia. No ocurre igual en los países subdesarrollados donde no hay institucionalidad y por lo tanto el sistema impositivo no funciona.

Debido a que la presencia del Estado y la institucionalidad es mucho más fuerte en los países desarrollados que los subdesarrollados, las empresas que no compiten en los países desarrollados se le hace muy difícil recurrir a los subterfugios de la ilegalidad para eliminar a su competencia o para permanecer en el mercado a pesar de la competencia. En consecuencia, termina siendo eliminada por la que compite.

Vemos, pues, que la baja productividad de las empresas en los países subdesarrollados tiene también un origen psico-sociológico. La ausencia de las actitudes correctas genera la falta de institucionalidad y la falta de institucionalidad desvanece la existencia del Estado. Esto hacen que la demanda por bienes sea baja debido a salarios reales bajos y a un nivel de inversión bajo. La baja demanda de bienes mantiene la escala de producción baja lo que no permite operar a nivel de producción de productividad óptima. Además la productividad es baja porque el capital no se renueva con la nueva tecnología debido a que la corrupción no permite que el sistema impositivo funcione como debiera.

 

IV LA AYUDA EXTERIOR PARA SALIR DEL SUBDESARROLLO

 

4.1 Necesidad de la ayuda exterior en la formación de actitudes

Surge la pregunta ¿pueden los países subdesarrollados generar los cambios en las actitudes de los individuos sin ayuda del exterior? Es decir, pueden los países subdesarrollados, con democracias populistas, generar internamente los cambios en las actitudes que son necesarios para instaurar la institucionalidad y el Estado, sin recibir ayuda de los países desarrollados? La respuesta es sí, pero es muy difícil. Las democracias populistas parecen estar diseñadas especialmente para perpetuar la corrupción. Es sumamente difícil que un político honesto que le diga la verdad al pueblo pueda acceder al poder. Aún en aquellos raros casos en que lo logre será poco lo que pueda hacer para cambiar el estado de las cosas ya que tendrá que enfrentar como enemigos a todos los que se benefician de la corrupción. Por la naturaleza de una democracia populista es muy difícil que el líder comprometido con la meta de combatir la corrupción pueda lograrlo. En primer lugar, se le haría muy difícil subir al poder sin ofrecer al populacho las mismas prebendas que ofrecen los demás candidatos corruptos en un país subdesarrollado. En segundo lugar, de llegar alcanzar el poder, tendría que tener cualidades excepcionales como líder para producir los cambios que se necesitan y qué afectarían a tantos intereses creados. Tendría que ser un líder capaz de inspirar gran respeto y admiración con gran inteligencia y gran oratoria. Tendría que tener mucho valor para enfrentarse a tantos enemigos poderosos que le saldrán al paso y que tratarán de eliminarlo física y/o políticamente. También tendría que ser un gran estratega y un estadista excepcional. Tener la sensibilidad para identificarse con una causa noble aunque no la rinda ningún beneficio personal y la firmeza para acabar, sin que le tiembla el pulso, con los enemigos del pueblo que ostentan intereses y privilegios en el status quo. Pero lo más importante, tiene que estar dotado de un modelo teórico sobre la realidad que sea correcto y que la describa con precisión de manera que pueda tener éxito en su gestión de cambiarla.

Es difícil encontrar hombres que reúnan todas estas cualidades a la vez. Por lo regular, surge de vez en cuando alguno que otro que tiene alguna de estas cualidades. Pero cuando llega al poder no logró transformar la realidad porque le falta algún de las otras cualidades excepcionales y, en específico, la falta de un modelo teórico sobre la realidad que sea correcto y le sirva para transformarla.

Es mucho más fácil y, por lo tanto, mucho más probable que este proceso revolucionario para transformar las actitudes de un pueblo y conducirlo por el camino del progreso y el desarrollo económico se pueda dar cuando se recibe la ayuda del exterior de países desarrollados. La forma de ofrecer dicho ayuda debe de ser a través de ofrecer incentivos económicos, no castigos, a aquellos gobiernos que establezcan programas para instalar valores en la psiquis de los individuos. Es decir, la ayuda se recibiría en forma de requisitos para poder cualificar para ayuda monetaria de fondos prestables del exterior. Los países desarrollados podrían establecer como requisito para la aprobación de préstamos del exterior el establecimiento por el gobierno imperante de un programa de instalación de valores de la sociedad en la psiquis de los individuos. No importa la sociedad que sea, los valores básicos de esa sociedad son aquellos que propenden al bienestar del colectivo cuando todos los miembros de la sociedad los siguen. Todas las sociedades tienen más o menos un mismo conjunto de valores básicos que definen el bien común. En todas las sociedades existen los valores no mentir, no robar, no matar, ser honesto, ser trabajador, ser puntual, ser responsable, etc.. En consecuencia, cualquier incentivo dirigido a promover el establecimiento de programas para instalar valores en la psiquis de los individuos debe promover el fortalecimiento de la institucionalidad en el país en cuestión.

 

4.2 El problema de la injerencia exterior en los asuntos internos de un país

Siempre que una nación pobre y/o pequeña tenga comercio exterior con otra, rica y/o grande, recibirá, quiéralo o no, injerencia exterior sobre sus asuntos internos.

Mientras más grande y/o rico sea una economía, mayor es su influencia económica sobre otras economías más pequeñas y/o pobres cuando realiza comercio exterior. Por la misma razón, más grande es también su influencia política, ya que una se deriva de la otra. Los países cuya economía dependen del intercambio comercial con la Unión Europea o con Estados Unidos no pueden darse el lujo de ignorar los reclamos políticos de éstos. Para zafarse de esa influencia política de los países desarrollados sobre los subdesarrollados la única forma sería no teniendo comercio exterior con los países ricos. Fue el bloqueo económico contra Cuba lo que condujo a cerrar su comercio exterior con los Estados Unidos permitiéndole acuñar la frase "primer territorio libre de América".

Los países subdesarrollados exhiben como característica, no solamente ser débiles económicamente, sino que esta debilidad económica conlleva una debilidad política. En consecuencia, la influencia económica de los países desarrollados sobre sus economías locales se transforma también en su influencia política. De manera que no se está sugiriendo nada que ya no exista cuando se dice que la forma más rápida de lograr las transformaciones en las actitudes necesarias para el desarrollo económico es mediante la intervención de la ayuda exterior. De lo que se trata es de darle orientación a esa influencia política de los países desarrollados en los subdesarrollados para que no sea nociva como en el caso de Cuba y pueda convertirse en algo beneficioso.

Hoy en día los países desarrollados y especialmente los Estados Unidos emplean su influencia económica para promover sus objetivos políticos. Es así que influyen tanto en Cuba como en la República Dominicana. En Cuba aplicando un bloqueo económico abusivo y genocida para obligarlos a cambiar su sistema económica. En la República Dominicana ofreciendo ayudas y beneficios económicos a los gobiernos que sigan sus indicaciones. En ninguno de estas dos vertientes tiene éxito esta influencia política de los países desarrollados para lograr lo que se desea, que es el progreso y el desarrollo de los pueblos. De lo que se trata es, pues, de orientar estas influencias políticas de los países desarrollados sobre los subdesarrollados para hacerlas algo útil y fructífero al propósito de lograr el progreso y el desarrollo económico de los países del tercer mundo.

Los países de Europa, azuzados por los Estados Unidos, participaron de la visión de castigar a Cuba con sanciones económicas para obligarla a producir cambios políticos. Desde luego que tanto los países europeos como los Estados Unidos tienen el poder económico e incluso militar para derrocar al gobierno cubano. Pero sería algo muy triste que sucediera y dejaría una gran cicatriz en la conciencia de los latinoamericanos. Mientras las dictaduras de derecha se ejercían en América Latina para beneficio de las oligarquías y adinerados, hundiendo en la miseria a las masas trabajadoras, ni los Estados Unidos ni los países europeos intervinieron para acabar con ellas. La revolución cubana es de los pocos gobiernos autoritarios que se han ejercido, no para beneficiar a las clases privilegiadas, sino para procurar el bienestar de todo un pueblo. Sin importar lo que se pueda argumentar sobre la efectividad del sistema capitalista versus el socialista para aumentar la productividad y lograr el desarrollo económico, Cuba es el único país en Latinoamérica donde, a pesar de un bloqueo económico de más de 45 años no hay gente muriéndose de hambre en las calles por falta de comida o en los hospitales por falta de medicamentos y atención médica y donde la educación es un derecho, no un privilegio a cuyo acceso adviene todo el que quiere.

Los países desarrollados deben poner especial cuidado en no pretender decidir mediante la presión económica el destino de los pueblos más pobres. Esto debe ser decisión que emane de esos pueblos. Por lo tanto, no deben ejercer su influencia económica para castigar a los pueblos que no sigan las orientaciones económicas y políticas que le son afines. Sí deben utilizar esa influencia económica para premiar e incentivar aquellas medidas dirigidas a mejorar las condiciones de vida de los pueblos, como por ejemplo, aprobar préstamos más generosos y menos onerosos para aquellos países cuyos gobiernos establezcan programas de instalación de valores en la psiquis de los individuos o a aquellos países cuyos gobiernos establezcan medidas impositivas y fiscales dirigidas a redistribuir de manera más equitativa del ingreso nacional o a aquellos países cuyos gobiernos establezcan programas para proteger el ambiente y los recursos naturales de la voracidad predadora de los empresarios sin escrúpulos o a aquellos gobiernos que establezcan medidas para reducir la criminalidad y en especial la de cuello blanco o a aquellos gobiernos que establezcan medidas dirigidas a instaurar, consolidar y mantener la institucionalidad en las distintas agencias gubernamentales o a aquellos gobiernos que establezcan medidas para propiciar la competencia entre las empresas.

La visión de que sólo los gobiernos democráticos de corte populista son legítimos es una errada y aberrante. Cualquier forma de gobierno que tenga como propósito el bienestar del pueblo es legítima. La mejor prueba de esto la ofrece la economía de China que ha mantenido una tasa de crecimiento extraordinariamente alta durante muchos años, a pesar de que no es un gobierno democrático. A pesar de que su sistema económico es socialista, ha permitido la apertura de su economía a la empresa privada. Como consecuencia, su economía se ha transformado paulatinamente, dando margen a la formación de mercados donde los precios ya no están determinados por el gobierno sino por la oferta y la demanda. La situación económica del pueblo chino ha mejorado notablemente según se van dando esto cambios.

Es seguro que de haberse procedido con incentivos para propiciar cambios en Cuba y no con castigos, hace tiempo que la economía cubana se hubiese abierto al mercado y a la empresa privada como ocurrió con China. La política de querer someter a un pueblo por la fuerza a asumir una postura de genuflexión y ceder ante el poder avasallante de una nación rica, sólo ha producido el efecto contrario. Sin embargo, a pesar del bloqueo económico a Cuba, la situación de bienestar del pueblo es superior a la del resto de los países en Latinoamérica. Mientras en América Latina la corrupción y la criminalidad parecen no tener control y la miseria, el hambre y la falta de servicios médicos y de educación afectan la inmensa mayoría de la población, en Cuba nadie se muere de hambre, nadie se queda sin servicios médicos adecuados y sin educación de primera y la criminalidad, tanto callejera como la de cuello blanco es increíblemente baja. Todo esto a pesar de un bloqueo económico de más de 45 años. Con qué fuerza moral se puede conspirar para derrocar ese sistema y sustituirlo por uno análogo al del resto de los países latinoamericanos con las mismas condiciones de miseria que imperan en ellos. Con qué fuerza moral se puede exigir a un país pequeño y débil como Cuba, lo que no se le exige a un país grande y fuerte como China. ¿Por qué a China no le imponen un bloqueo económico? ¿Acaso no se trata del mismo sistema económico y político que el de Cuba con pequeñas diferencias? ¿Porque a uno sí y al otro no?

Desde luego que las buenas intenciones no son suficientes para sacar a un pueblo del subdesarrollo y la miseria, pero ¿quién es el que puede reclamar tener la verdad absoluta sobre la forma de hacerlo? Solamente debe corresponder a los ciudadanos de un país el derrocamiento o la defensa de su gobierno. La injerencia extranjera debe limitarse a apoyar las medidas que resulten cónsonas con su visión de la problemática pero no a castigar aquellas que no le parezcan bien.

No es lo mismo apoyar lo que se considere correcto dentro de un país, que castigar lo que no se considere correcto. Sobre lo primero se podría erigir un derecho legítimo a hacerlo, pero sobre los segundos no. Nadie debe estar en posesión de la verdad absoluta, ni mucho menos en posición de imponerle su visión de la verdad a los demás pueblos que puedan no actuar de igual forma. El bloqueo a Cuba debe cesar y sustituirse por apoyo económico para todas aquellas medidas que recojan las sugerencias que puedan tener los países desarrollados sobre la forma más efectiva de alcanzar el progreso y el desarrollo económico.

De igual forma y por la misma razón la persecución política, especialmente de España, sobre los militares de derecha que derrocaron gobiernos de izquierda en América Latina debe cesar. Eso es algo que corresponde hacerlo a los propios latinoamericanos y, en específico, a los ciudadanos de los países que fueron afectados. Tener un juez de un país europeo juzgando actuaciones de personas que participaron, ya sea en actos revolucionarios de derecha como en actos revolucionarios de izquierda, es inmiscuirse en los asuntos internos de ese país. Si alguien debe buscar y tomar represalias judiciales y/o económicas contra Pinochet debe ser el pueblo chileno y nadie más que ellos.

Por supuesto que un país podría justificar una invasión a otro país sobre la base de que los acontecimientos en ese país invadido alterarían la correlación de fuerzas políticas que amenazara su modo de vida. Pero con la caída de la Unión Soviética ese no sería el caso de Cuba. También se podría justificar una invasión bajo el argumento de que los acontecimientos que ocurren en el país invadido afectan de forma directa al país invasor, como sería el caso de personas que cometen delitos internacionales y luego se refugian dentro de un país o de gobiernos extranjeros que respaldan o fomentan actos de agresión y/o terrorismo contra otros países. Sin embargo, no es válido utilizar como excusa para intervenir, el argumento de que la invasión es para proteger la vida de los ciudadanos propios que se hayan en el país invadido. Bajo esa excusa se han justificado invasiones en Latinoamérica que luego han servido para alterar la correlación de fuerzas entre las facciones políticas en pugna y alterar el curso de la historia en ese país invadido. Mucho menos justificación puede haber para intervenir cuando los acontecimientos que afectaron a los ciudadanos, como en el caso de españoles en Chile, ocurrieron hace casi medio siglo.

El análisis sobre el derecho a la intervención de un país por otro debe hacerse a la luz de los acontecimientos futuros que puedan estar por ocurrir. La materialización del sueño bolivariano de una confederación de estados latinoamericanos está en el horizonte en estos días. Si ocurre y posteriormente algún Estado quisiera separarse de la confederación, es posible que surja una guerra civil. En tal caso no debe ser aceptable que Estados Unidos o cualquier país europeo intervengan en esa guerra bajo la filosofía de poseer la verdad absoluta o de que hay que proteger la vida de sus ciudadanos que se encuentran en el país convulsionado.

Creemos en la doctrina Monroe "América para los americanos" pero debemos añadir "Latinoamérica para los latinoamericanos". Las intervenciones políticas de las instituciones españolas en Chile debe cesar, así como la de Estados Unidos en Cuba.

En conclusión debe justificarse la intervención de los países desarrollados, sólo cuando esa intervención se da en términos de incentivos económicos y no de castigo y sólo cuando tenga como objetivo claro el mejoramiento de las condiciones de vida en dichos pueblo

Debido a la corrupción y a la compra de influencias los ricos han conseguido que se legisle para reducir el impuesto progresivo a la renta hasta un máximo de 25% y hay países donde se habla de un 13%. Es decir, que tras que no lo pagan, debido a la evasión contributiva, también logran reducirla al mínimo. Más aún, las contribuciones regresivas al consumo que los pobres no pueden evadir, son robadas también impunemente por empresas inescrupulosas que no las entregan al fisco y las retienen ilegalmente. El director de Impuestos Internos en la República Dominicana, licenciado Juan Hernández, ha dicho que han estimado el robo del ITEBIS por parte de las empresas en un 43% (ver el periódico El Nacional del 26 de abril de 2005). Este robo agrava más aún la condición de los pobres ya que dichos impuestos regresivos al consumo tienen que ser aumentados para compensar por lo que se roban las empresas inescrupulosas impunemente. Es decir, casi la mitad de los impuestos regresivos que pagan los pobres son robados por las empresas, de acuerdo con los estimados del propio gobierno. Esto quiere decir que si hubiese institucionalidad y se aplicaran las leyes para obligar a las empresas a no robarse el ITEBIS que pagan los pobres, sólo tendrían que pagar aproximadamente la mitad de los impuestos que pagan. En vez de pagar un ITEBIS de 16% pagarían aproximadamente 8%.

Ver portada del periódico El Nacional del 26 de abril de 2005.

 

 

Derechos Reservados © enero 2005 W. H. Bruckman

 

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El desarrollo económico depende de dos aspectos fundamentales: un factor psico-social que tiene que ver con el desarrollo y formación de las actitudes en las personas y, en específico, las actitudes que propician el desarrollo económico y un factor económico que tiene que ver con la relación entre los elementos que forman el sistema de mercado. Los aspectos psicosociales determinan entre el 30 al 40 porciento del desarrollo económico y los aspectos económicos el restante 60 a 70 porciento. Los aspectos psicosociales se discuten en el libro "Hacia una Reformulación de la Psicología Contemporánea: la Teoría de los senergicones" publicada por la editorial Trillas y los aspectos económicos se discuten en la presente obra.

 

1. NECESIDAD DE UNA IDEOLOGÍA CIENTÍFICA COMO ALTERNATIVA AL NEOLIBERALISMO

 

2. Resumen de la Teoría de la Distribución Optima del Ingreso


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